domingo, 23 de julio de 2017

La poesía de Pessoa al teatro





La obra Chevalier de Pas que en estas fechas presenta el grupo Borradura Teatro no es fácil de comprender porque no es una narración convencional. 

Esta pieza no tiene planteamiento, nudo y desenlace ordinarios, no es una historia concreta, lineal y con personajes humanos que plantean situaciones de personas.

Es una obra abstracta. Acudir a ella es como pararse ante una pintura que pareciera indeterminada, vaga e imprecisa. Y después de observarla un momento recibir el mensaje sensorial que el pintor quiere transmitir. 

En nuestra opinión, Chevalier de Pas es una propuesta teatral dirigida a los sentidos,  busca generar sensaciones estéticas.

Y ese objetivo se logra con el ambiente escenográfico en el cual se mueven los actores para desgranar la poesía de Fernando Pessoa, el escritor y dramaturgo portugués cuyos textos fueron utilizados para  elaborar el guion de este montaje teatral. 

Para disfrutarlo  hay que estar atentos a las palabras del poeta, al manejo lírico de las frases, a la construcción literaria con la cual él planteó sus ideas filosóficas.

La compañía Borradura Teatro montó esta obra con base en  fragmentos del libro El Marinero, un drama  estático de un cuadro.  Y combinó esos elementos con porciones de poemas del mismo autor.

En esos pasajes de Pessoa se habla de los miedos de las personas, entre ellos el temor a la muerte.

Para exponer estas ideas del literato, los teatreros recurrieron a cuatro personajes alegóricos, que son el Sentimiento, el Pensamiento, el Sueño y la Muerte, representados por dos actores y tres actrices, todos ellos jóvenes: Eleazar Estrella y Eduardo Navarrete, en el primer caso, y Cossette Carballo, Andrea Fajardo y Anna Díaz, quienes en distintas funciones se alternan en el papel del Sueño y la Muerte.

El director, y al parecer también autor del guion, es Erick Silva. La producción es de Yaimy Mendosa.


La obra se está presentando en el local del teatro La Rendija (a tres cuadras del parque de Mejorada, en la calle 50 por 51), se estrenó el viernes pasado.  

Ayer sábado hubo dos funciones y hoy domingo habrá otras dos más, a las 7 de la tarde y 9 de la noche. Los boletos son a $50 y $25.

martes, 18 de julio de 2017

Denuncia dura de la banalidad contemporánea


Luis Yamá Calvillo es un actor y director que se inclina por el teatro expresionista y que gusta de las corrientes escénicas rusa, alemana y latinoamericana surgidas durante guerras, crisis y cambios políticos y sociales. 

Este artista considera que en esas dramaturgias hay mensajes que son vigentes hoy día y que retratan en parte a la humanidad actual.

Quizá por esa razón decidió ofrecer en esta capital una pieza que sigue esa dirección, es un  montaje que aborda la enfermedad social de  este milenio: la vida superficial.


En ese reino moderno el individualismo ocupa el trono. La banalidad y lo intrascendente son los valores de la corte. Los héroes y los  modelos a imitar son los corruptos, los asesinos y los fatuos que nadan en dinero. No importa cómo estos hayan conseguido sus fortunas, ser millonarios basta para que sean admirados y envidiados.

La obra teatral en cuestión lleva el nombre de La Grande Enquête de François Felix Kulpa, y es traducida al español como La Gran Investigación del Inspector Félix Kulpa. Fue creada por Xavier Agnan Pommeret, escritor y dramarturgo galo fallecido en 1991.


En ese extenso trabajo se denuncia lo vano de la sociedad contemporánea y la imbecibilidad del sistema político. En su tiempo, el  autor advertía que una sociedad vacía e indiferente se acercaba a la vuelta de la esquina. Una comunidad global guiada por el consumismo estaba a punto de despertar.

La obra original consta de 72 escenas, pero Luis Yamá hizo una adaptación reduciéndola a 19. La función dura dos horas, rebasa en mucho a lo que el público local está acostumbrado en las presentaciones teatrales de esta plaza.


La historia gira en torno a una esposa infiel que convence al amante de asesinar al cónyuge y culpar del crimen a un activista social que dirige un movimiento para cambiar el régimen político. La mujer no tiene escrúpulos,  extiende sus amoríos al detective que investiga el caso,  a fin de influir en él. 

Durante el juicio el sistema –la sociedad– condena al inocente y ensalza a la culpable.

La obra está dirigida a público adulto. Tiene escenas duras para mostrar la depravación sexual. Ese tono violento está presente en el desarrollo de todo el montaje.  Y es remarcado por las luces, el sonido, el vestuario, la escenografía y los recursos dramáticos de los ocho actores en escena.  Con ello se  expresa soledad, miseria, ambición, dolor, amargura e injusticia.


La música utilizada es heavy metal, y se eligió al que quizá es el gran representante de ese género: el grupo alemán Rammstein, banda surgida en 1994 y que vendió más de 35 millones de copias de sus discos. 

La letra de las canciones de Rammstein se ajustan bien  a la obra porque parte de ellas abordan distintas caras de la violencia, entre ellas el sadomasoquismo,  el incesto y la violación. Música ruda para un tema rudo. Alguien dijo que el idioma alemán es el lenguaje de la furia.


Como parte de la escenografía hay una pantalla donde se lee la traducción de esas canciones, lo cual fue atinado pues esos textos refuerzan lo que se observa en el escenario. Sin embargo, el volumen del sonido resultó excesivo, con  frecuencia impidió escuchar y entender a los actores y conocer la trama de la historia.

Habrá espectadores a los que esta obra les resulte desagradable, irritante y repulsiva. Pero consideramos que esta es la intención del autor, advertir que así es como él ve a la sociedad actual. Por tanto, su llamado es a rechazar ese camino y cambiar el modelo actual deshumanizado.


Este montaje teatral se estrenó la semana pasada en el Centro Cultural Olimpo, donde tuvo corta temporada de cuatro funciones. Se anunció otras dos temporadas más antes de que finalice el año. 

La preparación de la obra, según explicó Luis Yamá, requirió seis meses de trabajo.

Por falta de programa de mano no sabemos los nombres de los integrantes del elenco, pero reconocimos a María Daniela Ramírez (“Danis Pasion”)  y Raúl López (“Rulo YD”). 


Al  parecer, los que llevan los papeles principales son Esmeralda Tercero y  Carlos Farfán. El propio Luis Yamá interviene  como actor.


Todos ellos provienen de distintas compañías teatrales y se unieron para este proyecto que puede  resultar polémico, interesante o detestable, según cada espectador. Hubo quien abandonó la obra a media función. Pero otros aguardaron expectantes cada escena para conocer el desenlace.  (Mérida Cultura)