lunes, 20 de abril de 2015

Poesía, fraternidad y provocación








 

 

Paco Marín expone de nuevo Gatos Amarillos al juicio del expectador.


Si te gusta la poesía y el teatro entonces acude a ver Gatos Amarillos, un proyecto teatral del director y dramaturgo Paco Marín que regresa en nueva temporada, esta vez en el Centro Cultural Olimpo.

Esa obra, presentada el domingo pasado, combina tres elementos que con frecuencia conviven en el escenario: la lírica, la relación entre hermanos y la presencia sensual y provocativa de una mujer.

Con esos ingredientes se elaboró la dramaturgia de Gatos Amarillos. En ella hay diálogos poéticos, metáforas y frases de mucho lirismo (“Mi soledad no es una cárcel, es un abismo”) salidos de la envidiable pluma de Paco Marín. Hay además dos hermanos que se quieren pero también pelean y se recriminan, como los gatos. Y también tenemos el fantasma de la actriz y cantante francesa Alice Prin, quien falleció en los años 50 y ganó fama por haber sido modelo de fotógrafos y pintores europeos.
A los 17 años de edad ella posó desnuda por primera vez para uno de sus amantes. Se le conoció como Kiki, la reina de Montparnasse, el barrio parisino de bohemios y artistas.

En esta obra los dos hermanos deliran con ella. Pero la ven de distinto modo, y reciben de ella mensajes diferentes. En la escena hay además una especie de hada que abre una ventana mágica que permite ese enlace entre los jóvenes con el espíritu de la artista.

La historia transcurre cuando los dos hermanos compiten entre sí en una cancha de basquetbol. Ahí ocurren las apariciones oníricas y se expresan los sentimientos de los muchachos. Debido a la incorporación de Kiki de Montparnasse en esta historia, la obra comienza con un diálogo en idioma francés, y termina aludiendo a la seductora parisina.

Nos pareció que, si bien hay cinco buenos actores en escena, faltó más esfuerzo actoral o dirección tenaz para que la exposición de los textos no parecieran recitaciones. Esto se observó sobre todo en los dos actores principales, quienes son hermanos en la vida real, Alfonso y Rafael García Medina, el primero de ellos egresado de la Escuela Superior de Artes de Yucatán y quien debutó como dramaturgo en “Días de ira”, obra teatral a cargo de la compañía Caballo Azul, la misma que montó Gatos Amarillos.

Lo anterior dificultó tener claro el argumento y la historia que se quiere plantear. Entre el público hubo quien comentó que perdió el hilo de la trama y por ello le pareció aburrida la función.

Este grupo de actores ha trabajado en otras ocasiones con Paco Marín, son parte del grupo Caballo Azul. También se han lucido en otros trabajos y con otras compañías.

Laura Zubieta es quien encarna a la Kiki de Montparnasse en decadencia, la actriz acabada por los años y el alcohol. Zubieta es una profesional que ha hecho drama, melodrama y comedia. En esta ocasión también le toca cantar. 
Ella pisa con dominio cualquier escenario, puede hacer reír en una tanda de teatro regional yucateco, o bien generar sensaciones y reflexión en otros géneros, como ocurrió con “Mestiza Power” y “Después del Eclipse”, dos obras de la dramaturga Conchi León en las que intervino.  

A su vez, Andrea Urban, quien es actriz y bailarina, representó a la Kiki juvenil, provocativa y sensual.
El estilizado cuerpo de esta profesora de danza contribuyó a proyectar el voluptuoso papel que le correspondió. 
Entre las últimas intervenciones que Andrea Urban ha tenido en danza está “Historias inasibles”, que dirigió Tatiana Zugazagoitia. En teatro ella ha participado en “Habitar-es”, “Días de ira” y “Asesinado por el cielo”.

Randia Escalante, la tercera actriz en escena, es licenciada en Teatro por la Universidad Veracruzana, donde egresó con mención honorífica. Comenzó su carrera en 2011, desde entonces no sólo actúa sino que también ha dirigido obras y escrito algunas. Se ha presentado en Veracruz y el Distrito Federal.

La obra Gatos Amarillos seguirá en cartelera todos los domingos a las 8 de la noche en el Centro Cultural Olimpo, excepto el día de las elecciones. Los boletos son a $50 y $25. (Mérida Cultura)