domingo, 18 de diciembre de 2016

Princesa convertida en rana


Racismo visto con ácido humor

El dramaturgo neolonés Mario Cantú Toscano recurrió al humor negro en una trama bien lograda para hurgar con hierro candente en el racismo del México actual. Con su obra “La pinche india” este escritor hace brotar la pus del tejido social infectado por la discriminación y los prejuicios que, según plantea, hay en todos los sectores de la población.

Este montaje teatral expone que basta levantar la venda para ver la llaga agusanada de la exclusión que practicamos todos. Para el autor es falso que la segregación provenga sólo de gente adinerada o aquella con presume linaje, es arrogante, tiene piel lechosa y criterio desviado. 


Afirma que también entre la población indígena, la víctima de ese desprecio, hay quienes, flagelados por el racismo, buscan salirse del grupo, rehúsan continuar cargando esa identificación de inferioridad que los hace blanco de abusos y delitos por parte de quienes se consideran ocupantes  privilegiados de posición superior.

Esa dramaturgia cruzó el territorio nacional y llegó a Mérida gracias a la producción de la compañía "Teatro hacia el margen", bajo la conducción del actor y profesor Pablo Herrero, quien además de dirigir esta obra también es parte del elenco de la misma.

En una temporada que terminó el jueves pasado este grupo  ofreció diez funciones en distintas sedes. Planean reanudarlas en 2017.

Socorro Loeza
La trama de “La pinche india” es una metamorfosis kafkiana que ocurre dentro de la sociedad adinerada de México: una frívola joven en ascenso empresarial -y con boda próxima para unir a dos abolengos- se despierta de pronto en el cuerpo de una indígena.  Su piel, ojos, cabello y facciones corresponden a los de la raza de bronce. Su galaxia queda de cabeza y sufre discriminación incluso por parte de amigos y familiares.

En ese marco el autor de la obra expone otras luctuosas historias en cada uno de los demás personajes que hay en la vida de Gigi, la desgraciada muchacha que jamás recuperó sus ojos azules y termina apartada de la seda social en la que se crió. Ahora busca la reivindicación de las etnias, lo hace por la vía armada.

Soco, con Teo Flores
En la escena desfilan cinco personajes más. El primero de ellos es su pretendiente, un junior drogadicto y consentido, carente de responsabilidad y valores. El segundo es el padre de la joven, un empresario sumido en el materialismo y que se avergüenza de ser mexicano, de modo que interna a su hija en un hospital de Houston con la esperanza de que una cirugía transforme a la rana en princesa.
En tercer lugar está la madre, hipócrita esposa que prefiere guardar las apariencias y evitar las lenguas afiladas de su núcleo social aunque su hogar se desmorone.
Los otros dos personajes son la amiga de Gigi, una superficial millonaria que revela su lesbianismo, y un teporocho, quien también es indígena pero rehuye de esta condición porque se avergüenza de ello, incluso mucho más que de su alcoholismo, al cual llegó por una tragedia sentimental.

Pablo Herrero y Xhaíl Espadas
En esa sopa espesada con humor cáustico hay planteamientos sobre la fisonomía, el color, la posición económica, el apellido, el atuendo, la riqueza, el ascenso social, el indigenismo, la izquierda mexicana y otros temas más, para finalmente concluir que en México hay racismo y este debe ser combatido.

La obra consta de siete escenas planteadas en una secuencia temporal y lineal. El grupo teatral logró una solución creativa al reto de presentar con pocos recursos las distintas escenografías exigidas por el montaje.

Marisol Ochoa
El papel central (Gigi) recayó en Socorro Loeza  Flores, actriz, escritora teatral y promotora de la cultura maya que destaca también por sus elogiados esfuerzos de impulso al teatro en el interior del estado, en particular Tecoh, su municipio natal, así como por sus acciones para preservar las tradiciones prehispánicas y la valoración de la lengua indígena. Es un trabajo que incluso ella llevó al interior del país y al extranjero.

Nos parece que Soco Loeza pudo conseguir mayores resultado actorales en este papel que se le asignó.

En los papeles de padre y madre estuvieron Pablo Herrero y Xhaíl Espadas, ambos profesores de teatro. Son actores que no requieren estar mucho tiempo en escena para robarse al público, les sobra experiencia para ello.

Carlos Tenoch Molina
El novio es Teo Flores, fundador del grupo Títere Planet. Es un artista con visible empeño por ascender en las tablas, lo cual está logrando con su sensibilidad y esfuerzo.

También hubo buen trabajo de Carlos Tenoch Molina (el beodo), quien logró salir bien en el papel dramático que le asignaron. A este joven actor ya lo vimos en otro papel, en la obra Ubú Rey.

A  su vez, Marisol Ochoa mostró buenos recursos actorales en su desafío de representar a la amiga de Gigi.

Los aplausos cosechados por este grupo teatral seguramente aumentarán si en 2017 concreta su proyecto de realizar nuevas presentaciones de esta obra que aborda con agudo temperamento una grave enfermedad social.  (Hansel Vargas Aguilar).

miércoles, 26 de octubre de 2016

La muerte en el teatro yucateco



Esfuerzo en árido terreno para el arte escénico

Si en Mérida resulta difícil a las compañías de teatro llevar público a sus obras, esta tarea es más complicada en el interior del estado donde son más áridas las condiciones para promover la cultura y el arte.

Por ello resulta ponderable el trabajo que realizan fuera de Mérida guionistas y actores esparcidos por distintos municipios.

Dalila Casanova, María Yamá y Aurora Quintal.

Uno de ellos es Juan de la Rosa, quien desde hade 35 años realiza ahí la tarea de crear,  producir y montar obras de teatro contemporáneo que, en su caso, tienen un ángulo regional pues su dramaturgia se hunde en las aguas de las tradiciones y creencias populares mayas.

Su más reciente trabajo, estrenado en septiembre pasado, es “Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar”, una propuesta que, al igual que  otras de sus escenificaciones,  recurre al tema de la muerte para reflexionar sobre la vida.
Juan de la Rosa

En esta divertida y sencilla obra cuatro difuntos intercambian cavilaciones sobre el tiempo en que estuvieron en este mundo y la oportunidad que se les dio para aprovechar o desperdiciarlo.

Esas ánimas también  hablan sobre las circunstancias en las cuales fallecieron y dejan ver además su actual condición en el  purgatorio, donde aguardan el gran paso hacia la felicidad sin fin. Desde el inframundo se alegran cuando sus deudos se acuerdan de ellos y les ofrecen velas y oraciones, o bien entristecen ante el olvido de sus familiares.
María Yamá y Jorge Escobedo

La obra también plantea en forma jocosa  qué ocurre cuando los difuntos arriban al hades y se encuentran ahí con quienes les antecedieron en la partida, y hallan el tiempo y la edad trastocados por la muerte.

Como ya dijimos, no es la primera vez que Juan de la Rosa se enfoca a las tradiciones regionales en torno al viaje hacia la última morada. Su trabajo más conocido al respecto es “Ritual a la muerte maya”, que desde hace diez años viene presentando en el interior del estado.
Erik Santoyo, a la extrema derecha, también es  guionista.

Este creador, quien es director del Centro de Arte Dramático y forma parte del movimiento Teatro de Municipios, realiza sus montajes por medio del grupo teatral “Maak Mayab”, el cual estrenó el mes pasado en el teatro del IMSS la obra ya citada, misma que volvió a presentar ayer martes por la noche en el Centro Cultural Olimpo.

En esta nueva obra Juan de la Rosa reunió un reparto proveniente de varios  municipios: Jorge Escobedo (Valladolid), Erik Santoyo (Oxkutzcab), María Yamá (Kinchil), Dalila Casanova (Muna) y Aurora Quintal (Mérida). 

Jorge Escobedo
Parte de ellos radica en la capital yucateca, donde participan en otras compañías teatrales. En el caso de  Erik Santoyo, no sólo es actor sino también guionista y tiene su propia compañía escénica. 


Esta escenificación, que surge en vísperas de la celebración anual de los Fieles Difuntos, realizará una gira por Quintana Roo y después regresará a Yucatán para varias presentaciones en el interior del estado. (Mérida Cultura)

martes, 4 de octubre de 2016

Hallar novio hace siglo y medio

Pablo Herrero, Guadalupe Quintal, Jair Zapata y Glendy Cuevas.


Certera y divertida puesta de escena.


La combinación  de un buen grupo de actores, una conducción pertinente y una ingeniosa obra escrita hace 150 años dieron  como resultado una placentera  noche teatral ayer lunes en el Teatro del IMSS, donde se presentó “Modo de atrapar un novio”, uno de los trabajos del dramaturgo, historiador y político Eligio Ancona.

Con esta obra, el literato y abogado yucateco,  conocido también por sus novelas y trabajo periodístico, retrató un aspecto de la sociedad peninsular de hace 150 años. 


Esta comedia teatral deja ver tradiciones, usos, creencias y el ambiente de la clase media de ese período, tal como caracteriza al teatro costumbrista.

Con cuadros festivos, esta puesta en escena nos muestra que tan lejos está la sociedad actual de esa época en que la preocupación principal de las muchachas  -y las familias de estas-  era hallar cónyuge. 


En ese entonces la autoridad patriarcal era inocultable, era un panorama donde no cabían el fenómeno de las madres solteras, el notable  número de féminas que rechazan el lazo conyugal o que tienen al matrimonio como segunda o tercera prioridad. Tampoco eran comunes las familias con jefatura femenina donde la mujer conduce, sola y sin ayuda, el enorme barco de la economía del  hogar y la crianza de los hijos.


“Modo de atrapar un novio” es la narración de los joviales lances de un padre que, ante la escasez de varones ocasionada por la guerra de castas, prepara una trampa para capturar a un pretendiente para su hija, la cual se acerca a los 25 años de edad y todavía no se casa. 


El plan es entorpecido por la madre, mujer chismosa con dificultad para frenar la lengua  y no cometer indiscreciones. 

Sin embargo, la hija resulta igual de astuta que su progenitor y endereza la confabulación, en la cual, el galán, un joven colérico y orgulloso,  se debate entre su atracción hacia la joven y la defensa de su honor manchado por el embuste.


Esta obra fue montada bajo la conducción de  Xhaíl Espadas, directora de Educación Artística de la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY), la cual, gracias a este y otros ejercicios en la trinchera teatral, demuestra con hechos que tiene los conocimientos que transmite a los estudiantes de ese plantel.


En la dirección ella se apoyó en Pablo Herrero, el cual también  actúa en la obra, tiene un buen desempeño en el papel del padre de Isabelita, la joven casadera, quien es representada por Glendy Cuevas, integrante de la compañía Borba Teatro y que apenas el sábado pasado intervino en otra obra de ese grupo.


El papel del novio correspondió a Jair Zapata, actor que ya intervino en distintos géneros teatrales y sigue ampliando su trayectoria. Guadalupe Quintal representó a la madre, y Teo Flores, un intérprete de buena voz, hace papeles de amigo y policía.



Ignoramos si habrá más presentaciones de esta obra para que la disfrute mayor cantidad de público.  (Mérida Cultura). 

domingo, 2 de octubre de 2016

Teatro de sensaciones



Borba Teatro  aborda temas femeninos en nuevo trabajo.

El guionista Salvador Lemis y el  director teatral Nelson Cepeda unieron sus habilidades poéticas y escénicas para elaborar lo que ellos denominaron “un ritual femenino-escénico” con la obra Mater Furiosa,  presentada ayer sábado por la noche en el Teatro “José Peón Contreras”.

Este trabajo incluyó además un sobresaliente elemento musical mediante un coro femenil y  una cantante que potenciaron esta presentación enfocada a impresionar los sentidos, tal como caracteriza a la compañía Borba Teatro.

En este drama escénico se abordan situaciones de dolor e injusticia actuales e históricas que aplastan la vida de mujeres sometidas a esas circunstancias debido a su condición femenina. 

En particular se exponen el sufrimiento y otras consecuencias de las guerras y las violencias que las despojan de hijos y esposos.

La violencia familiar, las experiencias amorosas, el trabajo desigual y la condición de muchos hogares donde ellas son jefas de familia son  parte de otras situaciones más que se muestran en breves historias hilvanadas por congojas, angustias y calvario.

Pero la obra también plantea la trascendencia del amor y el potencial positivo que tiene la humanidad cuando la persona recurre a todo lo valioso que hay en ella.

Mater furiosa tiene pasajes intensos de dramatismo bien logrados pero, en opinión muy particular, hay pasajes que se alargan o no son entendidos por el espectador y entonces sacan a este del embelesamiento y puede llevarlo al aburrimiento o el desinterés.

El elemento que está siempre presente son las vigorosas  imágenes escénicas y composiciones teatrales que distinguen a Nelson Cepeda, quien esta vez reforzó esa hipnosis recurriendo al ingrediente musical.

Resaltan también la sensibilidad de Salvador Lemis en frases poéticas con buena manufactura. 

El guion tiene ciertos rasgos de Stábat Matter Furiosa, del francés Jean Pierre Siméon, una obra teatral que también aborda la violencia, el dolor y la fragilidad.  No está vinculada con los dos Stabat Mater religiosos compuestos en el siglo XIII sobre sufrimientos y alegrías de la Virgen María.

Según el programa de esta obra, las tres actrices en escena son  Glendy Cuevas, Daniela Montalvo y Marysol Ochoa, las dos primeras son integrantes fijas de la compañía Borba Teatro, han participado en otros trabajos de este grupo. Las tres recibieron aplausos por su ejecución.

 A ellas se les unió en distintos pasajes la voz experimentada de la cantante Lizza Rodríguez y un destacado coro femenil denominado “Trés bien emsemble”, dirigido por Margarita Jiménez e integrado por Nadia y Gabriela Gambo, Genny  Cocom, Ingrid Euan y Alma y Karla Burgos. 


En este trabajo también colaboraron Candy Jiménez (vestuario), Esperanza García (iluminación), Priscila Puga y Martiza Figueroa (equipo técnico).

Además colaboraron Silvia Kater, Raúl Lugo y Zásil Sánchez (asesores en textos en hebreo, latín y maya utilizados el inicio de la  función). También lo hicieron Nancy Walker, Raquel Fuente y Silvia Terán, quienes asesoraron en aspectos sociales y culturales. (Mérida Cultura).

domingo, 31 de julio de 2016

Arrojo teatral



Obra de dos horas, en verso, y escasamente montada.



Durante la temporada en que se presentó la obra El divino Narciso siempre se agotaron los boletos. Por ello, esta vez que hubo una función  especial recurrimos a la Casa Blanca, el Kremlin y el Vaticano para que movieran sus influencias y nos consiguieran un asiento.

De esa forma logramos ver este proyecto teatral que es una nueva, arriesgada aventura que realiza Raquel Araujo, directora del teatro La Rendija, la cual nos tiene acostumbrados a osadías escénicas llenas de símbolos  y elementos surrealistas y abstractos.

Parte del trabajo que Raquel realiza es un  teatro abundante en sensaciones,  va dirigido a impresionar los sentidos más que a mostrar formas teatrales convencionales fácilmente identificables.

En esta ocasión hay que reconocerle la intrepidez del meterse al teatro clásico para interpretar al genio de la literatura que es Sor Juana Inés de la Cruz,  y montar una obra de dos horas de duración escrita con las complicadas, geniales rimas de la llamada Décima Musa, y utilizando el auto sacramental, un género teatral ya desaparecido pero popular hace más de 300 años.

A esas dificultades para montar la obra hay que agregar el complejo modo como Juana de Asbaje escribió El divino Narciso, la cual es calificada por  expertos en literatura como un original, formidable y perfecto trabajo, pero que exige mucha concentración para entenderlo y disfrutarlo.

Retos para el montaje.


La poesía de Sor Juana Inés de la Cruz es genial, hermosa, pero demanda esfuerzo mental para beber su almíbar.
Los autos sacramentales eran representaciones populares en el México novohispano, y la escritora mexicana  elaboró tres de ellos. Uno de estos es El divino Narciso.  Este trabajo va antecedido de una loa, pieza corta en verso que se usaba como preludio.

El tema de la obra es la conquista española, pero Sor Juana Inés de la Cruz plantea la trama mezclando elementos bíblicos y religiosos con personajes mitológicos y tradiciones indígenas de aquella época.  Para complicar más el asunto, la autora no recurre a personajes convencionales sino que pone a dialogar, por ejemplo, a América con la Religión, Occidente y el  Celo. Esos son sus personajes. Otros más son Eco,  Naturaleza Humana, Gentilidad, Gracia, Amor propio, Soberbia…

En este trabajo sorjuanesco El divino Narciso es Dios mismo. Pero, al igual que en la mitología, El divino Narciso -personificación de Jesucristo- vive enamorado de Su Imagen. Esta mezcla de mitología y religión hace más difícil de comprender el argumento, el cual, como ya dijimos, ex expuesto en la versificación espléndida y compleja de Sor Juana Inés de la Cruz.

La compañía La Rendija sólo usó a seis actrices para representar a todos los personajes incluidos en la obra. Y para mantener atento al  público evitó mantenerlo sentado durante las dos horas de la escenificación. Lo movió a cuatro salones y espacios del recinto e hizo que algunos de los espectadores intervinieran.

Y los sorprendió enviando a parte de ellos al cielo y otros al infierno, según se les dio a elegir antes de ingresar al teatro.

Profusos recursos.


La presentación es abundante en recursos teatrales y escenográficos. Hay música en vivo, danza, canto, techos que se mueven  y efectos de luz, viento y sonido. Además hay espejos, sombras, linternas, espuma, tela plástica proyecciones y actrices con varios vestuarios moviéndose abajo, enmedio y arriba y en unos casos con ramas en la cabeza. 
También se usan desnudos totales, lo cual no es una táctica nueva en Raquel Araujo, ya los ha utilizado en otras ocasiones.

Sin embargo, no se evita que alguien del público bostece. Los asistentes, sobre todo aquellos que no gustan de este género teatral, deben esforzarse por seguir los parlamentos para entenderlos y comprender la narración y las novedosas ideas que la Décima Musa planteó en aquella época en torno a la conquista y la evangelización. 

Consideramos que los espectadores deben corresponder así al gran esfuerzo realizado por las actrices para no fallar en  sus complicados parlamentos. Ellas realizaron buen trabajo expresivo y desenvolvimiento escénico. Elogiamos también su concentración y capacidad física. Habrán terminado exhaustas después de cada función.

(Olvidamos el programa de mano en el teatro. Al parecer, ellas son Nara Pech, Liliana HeSant, Gina Martínez, Nicté Valdés, Zazil Sánchez y Fátima Medina).

Para este complicado montaje el equipo de apoyo superó en número al elenco,  hubo más gente detrás de escena que frente al público. Colaboraron unas  40 personas, incluyendo a los asesores literarios.

Nos pareció que en este esfuerzo por representar a una de las figuras de las letras hispanoamericanas del siglo XVII, se insistió en poner el sello que hace identificable todos los trabajos de La Rendija y de su directora en particular.  No quieren dejar dudas sobre quién es el autor de esos proyectos.


La poesía de Sor Juan Inés de la Cruz es un manjar para intelectuales, y el teatro expresivo, de percepciones, que practica Raque Araujo es una  vianda para quien gusta de este género escénico. (Mérida Cultura)

viernes, 1 de julio de 2016

Actores sometidos a juicio





Interesante obra para una práctica escénica



Durante muchos años Tomás Ceballos Campos ha realizado trabajo de alfarero teatral. A sus manos llegan distintos tipos de arcilla con propiedades particulares que él debe procesar para que puedan convertirse en  objetos utilitarios, piezas artesanales u obras de arte.

El terreno teatral es similar a los suelos arcillosos,  estos son abundantes pero no todos sirven para la alfarería. Hay barro que en su estado natural muestra a simple vista sus cualidades. Otros, en cambio, son valorados por atributos peculiares como su color, porosidad,  plasticidad o comportamiento en  el horno que exhiben al  ser procesados.

En la Escuela Superior de Artes de Yucatán, donde Tomás Ceballos es profesor de teatro, hay esas diferentes vetas de barro cuyos rasgos se observan cuando son ellas son expuestas ante el público, lo cual ocurre a partir de que los estudiantes navegan en el aprendizaje del realismo escénico.

En esa etapa asoman las peculiaridades que puede llevar a los jóvenes a ganar batallas en  las artes escénicas. Pero antes de ser colocados en el torno del ceramista es necesario retirar las impurezas minerales mediante ejercicios en las tablas.

Esto es lo que viene haciendo Tomás Ceballos desde el pasado día 23 de junio con un grupo de alumnos del cuarto semestre de la Licenciatura de Teatro con los cuales montó la obra “La noche del 16 de enero”, un drama de la escritora Ayn Rand, autora judía rusa pero nacionalizada estadounidense, nacida a principios del siglo pasado y fallecida hace 33 años.

Ese montaje es parte de las prácticas escénicas a las que deben someterse los muchachos a esa altura de la carrera.  La historia de esta obra se desarrolla en una corte neoyorquina donde es sometida a juicio una mujer, secretaria de un magnate que se suicidó lanzándose desde las alturas de un lujoso edificio de apartamentos. Las investigaciones arrojan que en realidad fue un asesinato, y la principal sospechosa es la auxiliar.

Durante el proceso judicial las conjeturas se amplían hacia  otros protagonistas. Varios testigos desfilan para dar su testimonio ante un jurado formado por  parte del público. Estos asistentes son quienes deciden al final de la presentación si la acusada es inocente o culpable.

Ese elemento de la obra es interesante. Habría que ver todas las presentaciones para conocer cuáles fueron las resoluciones de los distintos jurados. Y saber además si el resto del público coincide con el veredicto de quienes fungen como jurado.

La obra es prolongada, hay que estar pendiente de todo lo que ocurre en la corte pues el desarrollo de la historia lleva por varios caminos. Hay recursos escénicos para impedir que el público se distraiga y pierda interés.

Casi todos los actores tienen papeles breves. Es un escaso tiempo en la escena que sin embargo basta para que cada uno muestre de qué arcilla están hechos. Ese es el reto, aprovechar ese breve espacio para convencer a sus tutores y al público sobre sus futuras posibilidades histriónicas.

El actor que mayor tiempo permaneció en escena es Irving Chan, así lo exige su papel de fiscal a cargo de interrogatorios y alegatos. En segundo lugar, en cuanto a lapso de intervenciones,  corresponde a las jóvenes Siled Rodríguez y Frida Echeverría, quienes se alternan  en el  papel de abogada defensora.

Los otros integrantes del elenco con Merly Martell, Yaimy Mendoza, Andrea Fajardo, Rubí Pineda, Daniel Burgos, Luis Solé, Edgar Estrella, Cossette Daniela, Rubí Pineda, Andrea Fajardo, Adrián Segura, María Cantarell, Cristian Chim, Jesús Padrón y Rafael Manríquez. Casi todos ellos se sientan entre el público una  vez que terminan sus intervenciones,  y desde ahí algunos entran a escena nuevamente.


La obra de Ayn Rand es interesante y se ajusta a las  necesidades de la alfarería teatral para ir torneando a las futuras piezas del arte escénico, un trabajo que desde hace 30 años viene realizando Tomás Ceballos, quien lleva más de 100 obras dirigidas,  muchas de ellas con aprendices de actores en el elenco.


Sólo quedan dos oportunidades más para ver esa obra: este viernes 1 y el sábado 2. Las funciones son a las 7 de la noche, en el local de la Escuela Superior de Artes de Yucatán, ubicada en la antigua estación de ferrocarriles. El boleto tiene precio simbólico de $30. (Mérida Cultura).

lunes, 20 de junio de 2016

Que las penas no te detengan



Curar otras heridas para sanar el dolor propio, propuesta de Borba Teatro.



En su más reciente trabajo escénico el creador Nelson Cepeda Borda, director de la compañía Borba Teatro, trae una obra dirigida a los niños pero con mensaje universal y para todas las edades: la importancia de la empatía, entender los sentimientos de otra persona y reaccionar afectivamente en ellos.

Luis Yamá y Glendy Cuevas
Nos dice que debemos vendar heridas de otros, mostrarnos solidarios con su pena, darles consuelo y animarlos a superar las adversidades, esas compañeras de toda la vida que nos permiten ser mejores cuando las vencemos y aprendemos de ellas. “¡Arriba el corazón!”, es la frase que retumba en esta presentación que se ofrece cada domingo en el Centro Cultural Olimpo.

Esta obra  narra el encuentro de dos seres adoloridos, uno de ellos infantil y el otro adulto. El primero llora la pérdida de su muñeca, el segundo está enfermo, pronto perderá la vida. Este último acude en auxilio del primero, y cambio de ello recibe lo mismo que obsequió, solidaridad, estímulo para sobreponerse al calvario.

Otra lección de esta historia es que el dolor liberado del  egoísmo nos hace receptivos al suplicio de otros. La pena propia nos abre a la pesadumbre de los demás. El espíritu se ennoblece cuando nos sobreponemos al tormento propio para alegrar al que está en una cruz similar.

Con el nombre “Franz Kafka y la niña de la muñeca perdida” esta escenificación se basa en una historia tierna y sencilla. Estando enfermo, cerca de la muerte, Kafka se topa en el parque  con una niña que llora por haber perdido a su muñeca. Entonces la consuela, le dice que esta no  anda extraviada sino de viaje, y enviará cartas narrando sus aventuras. 
Durante dos semanas Kafka es el cartero cuyas misivas traen  andanzas, consuelo y, finalmente, alegría. La infante olvida su pena, su alma vuela y desde el alegre cielo le devuelve al  desahuciado cartero sus palabras:  ¡Ánimo, arriba el corazón!

El guion fue escrito por el cubano Salvador Lemis Pérez Franco, artista nacido en Holguín y nacionalizado mexicano. 
Este creador es licenciado en Artes Escénicas con especialización en Teatrología y Dramaturgia por el Instituto Superior de Arte de La Habana. 
Salvador Lemis
Posee maestría en Psicoterapia Colaborativa Posmoderna, ganó el Premio Nacional de Dramaturgia del Instituto Nacional de Bellas Artes y ha sido catedrático en UNAM y escuelas de enseñanza superior locales. En España hizo un curso en cinematografía, y en Cozumel fundó el Centro Cultural Ixchel.

Si bien la obra va dirigida a menores de edad, el texto tiene un segmento sobre Kafka que distrae a estos porque no lo entienden. Esa parte del guion va dirigido a los adultos que acompañan a los pequeños o que acuden a las funciones sabedores del buen trabajo que caracteriza a Borba Teatro.

Por ser una obra infantil, Nelson Cepeda alimentó  la imaginación de los niños incorporando a esta elementos lumínicos de videomapping diseñados por Luis Ramírez, un  experto en este tema al que siempre se recurren los teatreros cada vez que necesitan un buen trabajo al respecto.

El trabajo actoral recae en dos profesionales acostumbrados a la dirección de Nelson. Ellos son Glendy Cuevas (la niña) y Luis Yamá (Kafka). Hay además un personaje cuyo papel no está claro porque hace de mamá regañona, titiritero y mensajero del más allá.  Este trabajo  recae en Gabriel Moreno.

Nelson hace una pequeña aparición para comenzar  el relato. Es un cartero que reparte misivas entre las niñas y niños del público y entona una canción. Este ingenioso recurso genera inmediato interés hacia la narración. También permite apreciar que hoy día, cuando la comunicación se realiza vía internet y WatsApp, todavía hay infantes que saben qué es una carta.

Al igual que en todos sus trabajos, Borba Teatro realizó de nuevo una buena pieza contemporánea, con una historia interesante y bien planteada, con actores que ensayaron mucho bajo un director creativo para lograr ese objetivo final de toda labor escénica:  generar reacción en el público, la  cual en este caso fue conmoverlo.

Esta compañía teatral cumplió otra vez con el propósito que tiene trazado, el cual es conseguir el intercambio humano no sólo entre artistas sino también con el público, mediante un teatro “de provocación, vivo, urgente para un mundo con heridas múltiples…”

Detrás de escena colaboraron Gabriel Moreno Roche (diseño sonoro), Rosendo López (diseño espacial), casa Evans & Charm (vestuario), Gerardo Escamilla (ilustración), Eva Rosa Núñez Medina (maquillaje), Víctor González (arreglo coral en las canciones), Lola Tuzlop Fisher (entrenamiento corporal),  Cecilia Salerno (asesoría expresiva), Patricia Ostos  (asesoría en manejo del títere) y Laura Zubieta (elaboración  de la muñeca). También Martiza Figueroa y Paty Pérez (equipo técnico) y Raquel Fuentes y Juan Burgos Vallejo (asesoría de proyecto).



La próxima función de esta temporada es el domingo 26, a las 12 del día,  con boletos a $50 y $25. La siguiente etapa de presentaciones será en noviembre, los días 6, 13, 20 y 27. (Mérica Cultura).

Nota: las fotos fueron tomadas de internet, corresponden a la Dirección de Cultura del Ayuntamiento, al periodista Alejandro Pulido Cayon y a Salvador Lemis.