sábado, 16 de agosto de 2014

A esperar otro año



 

Terminó un mes de actividades del “Wilberto Cantón”.


Una obra costumbrista, un desfile de zancos, un persistente proyecto de teatro callejero y la presentación de conocida y querida artista argentina que adoptó a Yucatán como su hogar son parte de las últimas actividades realizadas antes de que cayera ayer sábado 16 el telón del Festival de Teatro Wilberto Cantón.


Al igual que otros años esa fiesta de las tablas tuvo, por un lado, un repertorio de obras del llamado teatro regional yucateco, realizado y actuado por el gremio de comediantes de ese género. Por otro lado hubo comedias, melodramas y otras propuestas escénicas más de corte distinto al primero ya mencionado.

Como siempre ocurre en esos casos, las parodias y otras presentaciones ligeras del teatro regional son las que más público captaron. En esos casos los foros se vieron casi llenos o repletos, con filas de gente esperando antes del comienzo de las funciones  para poder entrar a verlas.  

Entre las escenificaciones ofrecidas en el final de ese programa anual estuvo “Todos somos Federico”, un monólogo de Francisco Sobero “Tanicho” sobre algunos aspectos de la vida de García Lorca.


Sobre ese poeta y dramaturgo granadino se han realizado muchos trabajos. Hay unos 30 de ellos en cine, televisión, ópera y otras adaptaciones más que son conocidas internacionalmente. A ellas se suman una cantidad de pequeños y medianos proyectos que surgen con frecuencia en el extenso mundo hispanoamericano que García Lorca hizo suyo con su escritura.


Por ello resultó interesante ver la noche del viernes pasado el proyecto elaborado por “Tanicho” bajo la dirección de Pablo Herrero. Según nos pareció, es un andamiaje sostenido en la biografía y algunas poesías lorquianas, y en esa estructura se acomodaron, para ornamentarla o acentuar gestos dramáticos, canciones interpretadas por el actor, una de ellas con guitarra. 


También hay danza. La belleza, gracia y talento ocuparon el escenario en las zapatillas de la bailarina Sihan Charruf, quien interpretó sevillanas para resaltar el ambiente ibérico de ese proyecto teatral acomodado en una escenografía de mantillas, abanicos, sombreros, libros, cortinajes y una gran pintura del bardo español.

Además se recurrió a poesías y textos de Manuel Machado, Antonio Machado y María Teresa Mézquita para reforzar el concepto de esta nueva forma de abordar la vida del poeta español más leído del siglo XX.

En esta actuación “Tanicho” deplora, como todos, la pronta muerte del escritor –antes de los 40 años de edad- y su fusilamiento cruel y homofóbico en una guerra estúpida, como son todos los conflictos armados. Esa parte de la escenificación conmocionó al actor, sus lágrimas lo evidenciaron.

Otra de las últimas actividades del programa del festival anual de teatro ya citado fue una presentación más de “Don Quijote, historias andantes”, a cargo de Silvia Káter, actriz que genera admiración y aplausos en cada proyecto que presenta.    
 
Las cortinas de ese encuentro teatral se cerraron la noche del sábado con la obra “Voces olvidadas”, un trabajo a base de creencias, leyendas e historias populares de esta tierra, elaborada por Miguel Vázquez y Juan Antonio Llanes. 

Antes de ello se develó una placa para celebrar las más de 500 presentaciones de “Noche de leyendas”, un espectáculo de teatro callejero a cargo del grupo Ovejas Negras. (Mérida Cultura).

miércoles, 6 de agosto de 2014

Noche de suculento teatro









 

Veterano director conduce a jóvenes hacia la exitosa presentación de una obra ganadora de premios nacionales y extranjeros.

 

Hace unas dos semanas alumnos de la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY) estuvieron presentando la obra teatral Los Desarraigados. No sabíamos si se trataba del premiado trabajo del escritor Humberto Robles Arenas o de otra producción con el mismo nombre. Pero nos atraía el sello de la envoltura: dirección de Tomas Ceballos, un nombre que es sinónimo de oro de 14 kilates.



La noche de ayer miércoles pudimos disfrutarla en el teatro Daniel Ayala, en el marco del Festival Wilberto Cantón. Confirmamos que, efectivamente, se trata del drama que Robles Arenas escribió en los años 50 para exponer por primera vez ante la conciencia nacional la tragedia de los migrantes mexicanos establecidos contra su voluntad en Estados Unidos, una tierra donde son rechazados, viven en un ambente de discriminación oculta.


Los Desarraigados  es una obra con galardones nacionales y extranjeros, ha sido llevada al cine y se ha traducido a varios idiomas para su presentación en el extranjero.


Expone la historia del matrimonio formado por Pancho y Aurelia (Zaab'di Hernández y Jazmín Vázquez) que huye de la revolución y se establece en la vecina nación, donde nacen parte de los cinco hijos que tienen. Dejaron su país pero no sus costumbres ni el amor por la tierra, la añoranza por regresar es permanente. A esto se agrega que no se cumplió su expectativa de que en la Unión Americana tendrían prosperidad económica, adaptación a la sociedad anglosajona y un futuro mejor y feliz para los retoños. 



Por el contrario, dos de los hijos son llamados al servicio militar, donde mueren, y de los tres que quedan uno termina en la cárcel por lío de drogas, otro busca estabilidad tras recuperarse del alcoholismo y la más pequeña se avergüenza de su raza, quiere ser estadounidense y su mentalidad materialista la lleva al espejismo de creer que podrá casarse con un “gringo”.



Otra migrante mexicana llega por azar a este convulsionado hogar llevando esperanza de que el menos un aspa del molino de esa historia gire en sentido contrario.


Como ya dijimos, el elenco de esta representación lo componen estudiantes avanzados de la ESAY. Estos muchachos sorprendieron gratamente al llevar con éxito el papel que correspondió a cada uno de ellos. Resultaron barro de buena calidad en las expertas manos del artesano Tomás Ceballos.



En particular sobresale el trabajo de Zaab'di Hernández, a quien correspondió romper el nudo de la trama y exponer el desenlace de esa obra dividida en tres partes.


Jazmín Vázquez satisface en el papel de la sufrida, resignada y devota mujer mexicana que a mediados del siglo pasado sólo tenía una forma de ejercer sus funciones de madre y esposa.


Arialice Can es la rebelde hija menor, demostró que no pierde el tiempo en las aulas de la ESAY, sabe actuar. Lo mismo ocurre con  Richard Roig, quien cargó con la representación de Joe, el hijo mayor, mecánico de oficio y enamorado de Elena, la atractiva joven mexicana que irrumpe en ese hogar mexicano como rayo de luz. Este papel correspondió a Zuleyma Leal, actriz con buena voz y atractiva presencia escénica. 


No logramos averiguar los nombres del resto del electo. Desde la pasada administración estatal la Secretaría de la Cultura y las Artes (Sedeculta) no invierte en programas de mano, nos preguntamos qué hace esa dependencia con nuestros impuestos.


Este montaje de Los Desarraigados logró generar sensaciones en el público, el cual aplaudió todas las bajadas del telón. 



Parte de los asistentes esperaba ver escenas cómicas del típico teatro “regional”, por ello tradujeron como tales cuadros que en realidad son dramáticos. Sus risas en momentos inoportunos exigen que obras y actores como los que vimos anoche se multipliquen para educar a ese público mal acostumbrado por la televisión a consumir parodias de mala calidad. (Mérida Cultura). 

domingo, 3 de agosto de 2014

Inverosímil claustro de religiosas



 


Tapanco Centro Cultural nos trae una hilarante obra musical.  



En Mérida el teatro jocoso no tiene que ser necesariamente del género “regional”, abundan las obras ingeniosas y divertidas para pasar un rato agradable y despojarse de las toxinas. Prueba de ello es el regreso de la temporada de “Sor-Presas”, una comedia musical que el viernes pasado subió el telón en Tapanco Centro Cultural, a cargo del grupo “¿Por qué no? Producciones”.
Yatzaret Castillo y Mónica Vázquez

La obra es estadounidense y fue adaptada para el medio local. La idea central es locuaz, inverosímil y un poco irreverente, pero necesaria para dar pie las joviales peripecias que ocurren en un convento azotado por la crisis económica, la poca fe de las enclaustradas y otra desgracia más: la religiosa a cargo de la cocina envenena sin querer a la mayoría de las monjas.
Yohanna G. Lixa

Sólo sobreviven cuatro: la superiora (Yatzaret Castillo), la vicerrectora (Mónica Vázquez), una monja (Zaabdi Hernández, director de esta puesta en escena) y una novicia con problemas de amnesia (Johanna G. Lixa).

Amenazadas de terminar en la cárcel y urgidas económicamente para dar sepultura a las hermanas y enfrentar la crisis económica a las cuatro se les ocurre hacer una presentación teatral para recaudar fondos. Así es como llegan a Tapanco a ofrecer  un accidentado “show” de canciones y baile dividido en dos partes, con breve intermedio.
Yatzaret Castillo

El segundo segmento de la obra es mucho mejor que la primera. 

Hay etapas de esa escenificación en que a cada integrante del elenco le corresponde un monólogo. En esas presentaciones individuales, como es de esperarse, sobresale Yatzaret por su dominio de las tablas y el manejo del público.
La "hermana superiora"
Esta conocida actriz regala una buena actuación al público. También pone a este en ascuas al subir por unas incómodas escaleras hasta la parte superior del escenario. Nosotros apostamos a que si no se caía al ascender lo haría al intentar bajar, pero no ocurrió ninguna de las dos cosas. (Dan ganas de ir a todas las presentaciones de la obra para ver en cuál de ellas Yatzaret da con su humanidad en el suelo).
Johanna G. Lixa
En segundo término sobresale Johanna G. Lixa, una joven y bella actriz que desborda simpatía y gracia. Además es buena cantante, esto se constata a lo largo de este musical. Ella realiza una hilarante representación de un religiosa con problemas de memoria y sale airosa del reto de estar sola ante el público en uno de esos ejercicios personales.
Mónica Vázquez

Mónica Vázquez completa el trío de actrices, cumple con el papel que le asignaron. Pero deberá ejercitar más la voz para darle volumen.
Zaabdi Hernández con Johanna.
 Zaabdi Hernández es otro joven integrante del reparto, dirigió al grupo e interpreta a la cuarta monja de esa historia. En el monólogo cantado que este ofrece hay una verdad: en el pasado no sólo el hábito de las religiosas era blanco y negro, casi todo en la sociedad era así y resultaba fácil distinguir entre el bien y el mal. Ahora que los valores universales son cuestionados todo es gris y no es sencillo saber qué es bueno y qué es malo.


Este cuarteto de actores planea viajar pronto a Estados Unidos para cumplir una invitación para llevar “Sor-presas” en ese país. El boleto para ver esta obra cuesta $80, lo recaudado en las presentaciones que tendrán en Tapanco será para cubrir parte de los gastos. 
Debido a la abundante oferta de artes escénicas que hay en estos días por el Festival del Teatro Wilberto Cantón, el equipo de Yatzaret tendrá un reto mayor para captar público. Pero tiene a su favor el hecho de que en Mérida hay escasas presentaciones de obras musicales como esta.  

Este domingo a las 7 de la noche habrá otra función de “Sor-Presas”. Si usted está cansado del llamado teatro regional y busca otras alternativas teatrales para reír y pasar un rato entretenido entonces acuda a Tapanco a disfrutar de ella.- (Mérida Cultura).