domingo, 14 de diciembre de 2014

Excepcional propuesta teatral



 

 

 

 

El drama de una obra de Chejov en una recreada hacienda henequenera.
 


La compañía teatral La Rendija, que dirige Raquel Araujo, nos obsequió en estos días un montaje de lujo y un drama estrujante mediante una adaptación de la obra El Tío Vania, del escritor ruso Antón Chéjov.


Si bien es una puesta en escena que ya se había presentado en esta ciudad hace unos años, esa versión resulta no sólo nueva sino diferente por su originalidad, fue traslada a la época henequenera local de principios del siglo pasado. 


La caracterísica antes citadas es uno de los muchos atractivos del teatro, cada director y productor aporta su estilo a las creaciones dramatúrgicas. En las tablas ocurre lo mismo que en la música. Una sinfonía suena con variaciones distintas según la orquesta y el director que la interprete.


La adaptación que nos trajo Raquel Araujo brilla más por el apoyo que obtuvo del productor Oscar Urrutia para convertir una antigua casona en un set cinematográfico, estableció tres escenarios en distintos planos donde los que los actores se mueven para desarrollar la historia con acciones simultáneas . En este caso el espectador no está lejos de la escena, como ocurre en un teatro convencional, está dentro de ella.


Se realizó un buen trabajo para lograr la atmósfera de una hacienda henequenera en la cual actores veteranos y jóvenes rebanan las vidas de los personajes para mostrarnos el alma de estos: fracasos en sus esperanzas, ilusiones destrozadas, amores imposibles, sentimientos no expresados y almas resignadas al sufrimiento, el trabajo y un futuro gris.


Esos conceptos son temas universales, por eso la obra de Chejov se mantiene actual. Los acontecimientos que él pone en la atribulada familia del tío Vania son situaciones que pueden darse en la Rusia zarista, el Nueva York del siglo XXI o las fincas del oro verde en Yucatán. 


En esta historia se nos presenta a un hombre mediocre pero con mucha suerte. Es un profesor que escribe temas de cultura sin saber nada de ella, nunca destacó, pero todos pensaban lo contrario hasta que se supo la verdad. 

Este engreído logra contraer nupcias con la heredera de una hacienda, la cual fallece dejando a una hija pequeña que crece y trabaja al cuidado de su tío Iván (Vania). Este último administra la heredad para enviar dinero al profesor que está casado de nuevo con una muchacha joven que, engañada como los demás, sacrifica su juventud y belleza por ese individuo.


El profesor vive bien con ella en el extranjero gracias al esfuerzo y penurias de Vania, quien le tiene admiración.


Pero la economía henequenera se pone mala, y es en ese período en que el profesor, ya enfermo, regresa con su bella mujer a la finca. Esto trastoca todo. Vania y un médico de la región, amigo de la familia, se enamoran de la joven esposa. A su vez, la sobrina de Vania, una joven acomplejada y que se cree fea, siente amor por el facultativo sin ser correspondida.


La situación empeora cuando el profesor anuncia que venderá la finca para pagar deudas, comprar papeles bancarios y tener una renta con que vivir en Veracruz. Vania enloquece pues parte de la hacienda era suya, había renunciado a ella para contribuir a la felicidad de los otros. Se  da cuenta que el falso intelectual es un inútil, intenta matarlo pero fracasa. El desenlace resulta, sino cruel, amargo. Hay que ver la obra para enterarse del final de la historia.


En los papeles principales está Juan Ramón Góngora (Iván, el tío Vania), Diego Cerón (médico), Alejandra Argoytia (esposa del profesor), Liliana He Sant (sobrina del tío Vania) y Jorge Castro Realpozo (profesor).  


Los personajes secundarios son un  terrateniente arruinado que es amigo de la familia (Francisco Ríos “Zapote”), la suegra del profesor, quien es viuda (Silvia Káter), una nodriza (Eglé Mendiburu), un campesino (Miguel Kú) y una empleada doméstica (Katenka Ángeles).


Hay versiones de la obra en que Katenga Ángeles y Liliana He Sant intecambian papeles.

Este montaje escénico es largo, dura poco más de dos horas. Tiene momentos de intenso dramatismo y secciones en las que varios actores tienen lucimiento personal.


Vale la pena ir a disfrutarla este domingo, cuando será la última función de esta temporada, a las 7 de la noche.


Los boletos son a $125 pero se ofrecen con descuento ($200 tres personas y $250 cuatro boletos) si se presentan en la taquilla un recorte que se publica en el Diario de Yucatán o los cupones que aparecen en el muro de Facebook de La Rendija. (Mérida Cultura).


Nota: En la función que nos tocó ver, todo el elenco se unió en una manifestación de solidaridad por los sucesos de Ayotzinapa. Al final de la función, después de los aplausos, los actores se fueron retirando del escenario expresando: “Nos hacen faltan 43”.  

jueves, 11 de diciembre de 2014

Lo negro de la casa blanca




 

 

Una sátira en forma de pastorela a las realidades políticas de la nación.




"El teatro que no es político es decorativo", afirma Óscar López, actor y director teatral que, congruente con sus palabras, trae por tercer año consecutivo una pastorela que esta vez exhibe en forma jocosa a la clase política del país.


“Lo negro de la casa blanca” es el sugerente título de esta puesta en escena que se estrenó ayer jueves por la noche en el Centro Cultural Olimpo, la cual tendrá dos presentaciones más en ese lugar. 


Es un montaje de la compañía La Fragua Producción Escénica, con siete actores que hacen desfilar o vapulean al presidente de la República y a la  cónyuge de este, también a los diputados, la Secretaría de Gobernación, el PRI y otros partidos políticos más, así como a la ex gobernadora Ivonne Ortega, los aspirantes locales a cargos de elección, a Televisa y otros protagonistas más de la situación que atraviesa la República.


Además se hace repaso de la crisis económica, las promesas oficiales incumplidas, los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, la represión a las marchas de protesta, la economía informal, el sistema educativo  y otras realidades nacionales y locales recientes.


“En la realización de esta pastorela no fue lastimado ningún político. Al contrario, ellos han lastimado a nuestro país”, indica el programa de mano de esa obra dirigida por Óscar López con apoyo técnico de Adriana Gómez.


En la reyerta teatral que se da entre ángeles, demonios y pastores para que la Navidad se realice o se cancele, también resultan zarandeados integrantes de la comunidad artística local. 


La ESAY, el teatro Tapanco, la compañía La Rendija, la Sedeculta e incluso La Fragua  son nombres incluidos en el texto de esta obra que toma la tradición cultural de las pastorelas que plantean en forma singular la lucha entre el bien y el mal. En esta parodia el guion se ocupa de los recientes acontecimientos políticos y sociales de la nación.



Las dos pastorelas que esa compañía teatral trajo los años anteriores tuvieron el mismo tenor. Sus nombres así lo indican: “La diabla se viste de Ibónica” y “El diablo tiene copete”. 

El hilo conductor de las historias es el mismo de que caracteriza a esa tradición teatral mexicana de gran arraigo en el centro del país: el enfrentamiento entre el bien y el mal, representado por ángeles y demonios que, en ambos casos, deben recurrir a pastores para lograr sus fines. Por un lado, Lucifer y sus seguidores quieren evitar que nazca El Salvador y así acabar con la Navidad, pero se enfrentan con los espíritus celestes que luchan por evitarlo y, como siempre, resultan victoriosos.  


La pastorela es una manifestación teatral mexicana con gran arraigo en el centro del país, pero es escasa, casi inexistente, en la península yucateca. En las versiones políticas que ha presentado Óscar López hay elementos que la acercan al antiguo estilo del teatro regional yucateco, donde el humor está muy ligado a los personajes y sucesos de la política local y nacional.


En “Lo negro de la casa blanca” participan el conocido actor Miguel Flota, su personaje de un acomodador de autos, apodado El Bato, que es postulado para diputado debido a su escasez de luces, atributos y competencias. Su lema de campaña es “Vota por Bato, lo mismo pero más barato”.


Susana Campos hace el papel de cónyuge del aspirante a legislador, ella es una pobre integrante de un ballet folklórico que además realiza otros oficios para pagar su humilde casa, una vivienda que es convertida en mansión gracias a los planes de Satán para acabar con la Nochebuena. Ella pasa apuros para explicar de dónde salió tanta lana. 


En el papel de Luzbel y la diabla Lujuria están Óscar López y Yoluayel García, respectivamente. Los ángeles son Diana López (Arcadia) y Raúl López (Argelio). Los cuatro tienen divertidas intervenciones. También participa Efraín Baas, quien encarna a un líder partidista.  


Esta amena obra se repetirá este viernes 12 y mañana sábado 13 en el Centro Cultural Olimpo. Los boletos son a $50 y $25. (Mérida Cultura).

jueves, 20 de noviembre de 2014

A reir y reflexionar




 

 

Una obra teatral aborda temas que nos interesan a todos.




Quienes en estos días acudan a ver la obra “Nada humanos nos es ajeno”, la nueva producción de Silvia Káter, seguramente saldrán del teatro transformados. Se llevarán el sabor de un buen espectáculo pero tendrán la conciencia intranquila.



Quizá movida por lo que ocurre en el país, esta actriz y cantante decidió realizar este proyecto para exponer el lado oscuro de la humanidad, aquel que nos lleva al abuso, explotación y violencia contra el semejante, esas conductas condenables que provocan sufrimientos evitables en millones de personas de todo el planeta, empezando por aquellos cercanos a nosotros, los que son parte de nuestra comunidad.


Usando el humor, la ironía y exponiendo ideas planteadas por grandes personajes de la Historia o que están escritas en sencillas canciones populares Silvia Káter desliza su denuncia sobre los distintos modos en que diariamente se violan los derechos humanos, desde la explotación del trabajador al que le niegan el salario y las condiciones justas para realizar su labor sin peligro, hasta los atropellos dictatoriales del opresor que tortura para callar al pueblo que pide libertad.



Utilizando textos y canciones de distintos autores, género y épocas (tango, nueva trova, canciones de protesta, citas de Ghandi, Einsten, Galeano…) esta dama de los escenario  tuvo la agudeza de presentar esos dramas salpicándolos con humor. Es como aquella medicina que nos sirven con azúcar para disminuir su sabor amargo. Esto alivia el crudo dolor de recordar esas tristes realidades.


La obra comienza con una arquitecta (Káter) explicando al “maistro” albañil (Juan Carlos Hernández) el gran edificio que construirá para beneficio de toda la humanidad, pero de momento ella no puede revelar en qué consiste este. Eso quedará revelado al final de la función.


En el trayecto los dos actores asumen distintos papeles para presentar historias en las que exponen la discriminación contra el indígena, el sufrimiento infantil, el machismo, la intolerable sumisión femenina, la tortura en las cárceles y el cinismo de ricachones que mienten en defensa de intereses reprochables.

En este último caso nos muestran a una mujer de “alcurnia” que debe su fortuna a una herencia y no al trabajo propio, y a un rico empresario cuyo dinero proviene de la explotación de obreros mineros. Ambos se conocen y emborrachan en una fiesta de caridad donde sólo una mínima parte de lo recaudado termina en manos de los beneficiados.


Además –no podía faltar se muestra al político típico causante de gran parte de esas tragedias. Pero en esta obra ese "representante del pueblo" es sincero, expone sus verdaderas, funestas intenciones y pide que voten por él. Ojalá que esto ocurriera en la vida real. Por lo menos las actuaciones las seguiremos viendo en los teatros y no en los mítines partidistas.


En “Nada humano nos es ajeno” doña Silvia Káter nos deleita con su dominio de las tablas. Es una dama guapa y talentosa, un caramelo de actriz. Agrada verla gesticulando y adoptando distintos personajes. 

Por su parte, Juan Carlos Hernández logra robarle algunas escenas a la diva local, realiza buen trabajo en la actuación y el canto. Se vio bien en su papel de político.

El director de este espectáculo, Miguel Angel Canto, utilizó bien los recursos escénicos para organizar a los actores, los cuadros y ambientaciones para presentar las historias y plantear el desenlace: esa gran obra que podemos construir si todos cambiamos –si nos movemos- es un planeta mejor.


Por ello esa representación termina con una canción que advierte contra la indiferencia, ese monstruo que pisa fuerte.  Ese pecado de omisión, esa apatía, esa mal entendida neutralidad no genera un mundo mejor sino que puede llevarnos a los yucatecos a sufrir los horrores que ya padecen otras regiones del país. (Mérida Cultura).


Nota: Esta obra se presenta se presenta en el Centro Culturar Olimpo. Quedan seis funciones. Una de ellas es este jueves 20 a las 9 de la noche. Boletos a $50 y $25.