domingo, 21 de febrero de 2016

Hogares con jefas de familia



Una entretenida obra plantea el tema a los niños.


Tierna, bonita y divertida, así es la obra infantil “Lola y el rompecabezas” que el grupo La Fragua Producción Escénica presentó a las familias meridanas durante varios domingos, en el Centro Cultural  Olimpo.

Este proyecto es imaginativo,  tal como deben ser los trabajos dirigidos al público infantil. El género teatral enfocado a ellos no debe considerarlos ñoños ni faltos de capacidad para comprender  y analizar  lo que se les expone.

Esta obra cumple  además con formar nuevos públicos. Esta experiencia hace que los infantes conozcan el teatro, aprendan sobre él y lo quieran para siempre. Tener frente a sí a los actores es para ellos una vivencia distinta a la que proporcionan el cine, la televisión y lo vídeojuegos.

La trama de “Lola y el rompecabezas” es actual, común en muchas familias meridanas: Lola es una niña de ocho años de edad que creció sin padre porque este se distanció de la madre antes de que la pequeña naciera. Todos los días,  al salir del colegio, la infante permanece siempre en casa de una tía suya, donde espera que su tutora salga del trabajo y acuda por ella.

En su hogar, Lola tiene como amigo y confidente a  un perro callejero que adoptaron. 

La pequeña llega a la edad en que comprende que en su familia hace falta una pieza,  como los rompecabezas que le gusta armar. En sus indagaciones tiene enfrentamientos con su madre y se entera que su “tía” en realidad es una amiga de aquella. Inicialmente la angustiada mamá no sabe cómo enfrentar esta situación, hasta que halla la forma de comunicarle la verdad a la niña, la  cual llego a dudar del amor que le tiene su madre.

La obra concluye cuando Lola consigue terminar el rompecabezas que estaba armando y al mismo  tiempo articula su vida al hallar la pieza que le faltaba.  El relato tiene un final feliz pero real. La vida no es un  cuento de hadas. 

La historia y su desenlace son contados por Lola (Lorena Barrera)  y su perro Lucas (Amilcar Barrera) mediante un buen manejo de las habilidades actorales de ambos así como el adecuado movimiento de los espacios y elementos escénicos que domina el  experimentado Óscar López, autor de la dramaturgia y director de la obra.

Seguramente en los ensayos los dos actores fueron templados en el desafío de tener entre el  público infantil a niños muy pequeños que hacen ruido, se distraen y hablan en voz alta, pues ninguno  de los dos perdió la concentración cuando esto ocurrió.

Lorena Barrera es muy joven, quizá es estudiante de teatro, alcanzó expresiones dramáticas exigidas en pasajes de la obra.  A su vez,  Amilcar Barrera recién cumplió 15 años de trabajo en las tablas y tiene holgada experiencia en distintos géneros teatrales.

Este actor divirtió, contribuyó a la reflexión y enterneció con su papel de perro. ¿Qué mejor amigo puede tener un niño que una mascota canina? En esta obra el animal es compañero de juegos, cómplice en las investigaciones y compañero de lágrimas. Tiene más amor que pulgas. La cantidad de cariño que da es proporcional  al montón de pelos que deja por la casa.

-Un perro nunca guarda rencor porque nunca odia –explica el noble animal en un pasaje de la obra-. Los perros sólo tienen dos sentimientos: amor y miedo. Muerden cuando sienten temor.

Ignoramos si hay algún  parentesco entre estos dos actores pues comparten el mismo apellido.



“Lola y el rompecabezas” es una obra entretenida y bien elaborada,  por ello gusta también a los adultos.  Y seguramente parte de los niños que la vieron están en una situación similar a la de Lola. Esta escenificación podría haberlos ayudado a reflexionar sobre su modelo de familia donde la mamá es jefa del hogar. (Mérida Cultura)