jueves, 21 de abril de 2016

Comedia sobre asunto serio

   

 

     Una obra de celos, infidelidad, trampas y perdón.



Se dice que los celos en dosis pequeña puede resultar romántico, pero en cantidades mayores es cianuro para la relación amorosa. En los años 50 el dramaturgo, director de cine y humorista español José López Rubio tomó este sentimiento para elaborar una de sus más conocidas obras  teatrales donde aborda el tema de la infidelidad en el matrimonio, una amenaza siempre presente en la unión conyugal.

Manolo Palma, Heidy León y Santoos Pisté.isté. 
Con humor e ironía tejió un drama para exponer no sólo ese problema sino también otras muchas circunstancias y conflictos que pueden surgir en las parejas así como algunas de los aspectos relativos al enamoramiento. 
En esa obra planteó ideas prevalecientes en ese tiempo y que hoy generarían discusión con las nuevas generaciones acerca de su vigencia, pero hay otros conceptos válidos hoy día porque son atemporales.

Raúl Uranga,, Pablo Herrero y Elidé Uc.
A esa premiada dramaturgia la tituló “Celos del aire”, ha sido llevada al teatro en varios países. En Yucatán, el grupo teatral “¿Por qué nó? Producciones”, que dirige Yatzaret Castillo, hizo un esfuerzo para montarla en forma aceptable, y la viene ofreciendo desde noviembre pasado, cuando hizo su primera levantada de telón en el Festival de Jóvenes Creadores.

La historia se desarrolla en una amplia y alejada finca, propiedad de una pareja de edad avanzada que decide compartirla, mediante una renta, a un matrimonio joven en problemas debido a los celos patológicos de la esposa. Estos últimos reciben a su vez la vista de dos amigos –una actriz y un  director teatral- también en conflicto conyugal, pero no por celos sino otras de las tantas dificultades que asechan al matrimonio, entre ellas el egoísmo.

Elidé Uc y Mónica Vázquez
Los dos amigos se ponen de acuerdo para curar a la esposa celosa. El director teatral le sugiere al otro simular que sí existe una  relación extramarital, y le propone que la amante en este caso sea la actriz, a la cual no resultará difícil fingir y colaborar.

Conforme avanza la trama se sabe que la infidelidad sí está presente, no es imaginaria. Y que hay más de un infiel. El desenlace es interesante. Este involucra a la pareja
propietaria de la estancia, la cual se muestra en todo momento como espectadora de la farsa, excepto cuando intervienen, al final de la obra, para deshacer el nudo.

Esta dramaturgia arroja planteamientos para reflexionar sobre los motivos que llevan a hombres y mujeres a ser infieles, y cómo reaccionan cuando las cosas no resultan como deseaban. Se expone también las actitudes individuales que dañan al lazo conyugal y la importancia de perdonar el engaño cuando la otra parte muestra real arrepentimiento.

-Mi esposo no resultó ser el que yo creí que era cuando me casé –dice una de las esposas, la cual también formula un reclamo a la población masculina: Para conquistar a una mujer, el hombre representa un papel que se cansa de seguir interpretando una vez que consiguió su objetivo.

Esta obra es extensa, está dividida en tres actos e incluye la presencia de un mayordomo, figura común en muchas obras teatrales de ese tipo en los años 50.

En este abril ya hubo dos presentaciones de ella en el Centro Cultural Olimpo, con una producción que deja ver el esfuerzo realizado para contar con escenografía y vestuario y elenco completo.

Actúan en los papeles principales Mónica Vázquez (esposa celosa), Pablo Herrero (cónyuge de esta), Elidé Uc (la actriz) y Raúl Uranga (director teatral). También Heidy  León y Manolo Palma (la pareja de edad avanzada) y Santos Pisté Canché (mayordomo).

El trabajo en conjunto es bueno, en particular de los  cuatro actores  que llevan el peso de la obra pues todos ellos tienen  experiencia en escena. Hay parlamentos que ayudaron a unos a sobresalir más que otros, pero son textos que también pusieron a prueba sus habilidades. Sin embargo –es opinión particular que seguramente la mayoría no comparte- faltó que alguno de ellos ofreciera una actuación vigorosa, recia, que sorprenda e impacte.

Hay actores que cayeron por momentos en  la imperdonable pérdida del volumen de voz. Los espectadores que ocuparon asientos ubicados en la mitad del teatro y más atrás no escucharon parte de los diálogos.

De todas formas estas actrices y actores aumentaron el número de sus seguidores o conquistaron admiradores nuevos. Estamos seguros que habrá quienes estén pendientes de ellos en sus próximas  presentaciones.   

Yatzaret Castillo puede presumir otro logro en el prolongado, exigente, camino en el trabajo de actuación y dirección. En esta obra, todo el conjunto actoral logró divertirnos, hacernos reflexionar y conmovernos con sentimientos universales relacionados con la relación conyugal, auxiliados con un montaje que se elogia por el esfuerzo visible de ofrecer teatro de calidad.


Cabe comentar que “Celos del aire” pone en  boca de uno de los actores una frase para generar debate: “Desde que hay cine, al teatro no van más que las personas inteligentes”. (Mérida Cultura).

domingo, 10 de abril de 2016

Una obra de amor para tiempos de muerte



Reflexiones y sentimientos de un actor que cumple 35 años de trabajo.



Juan Ramón  Góngora Alfaro, actor,  director y profesor de teatro, está  celebrando sus  35 años de estar en  las tablas, una tarea que,  según dice él, “no lo hago bien”, pero que le  causa mucha satisfacción, lo hace feliz.

El teatro, afirma, le permite jugar al aprendiz de brujo, ser un  dios que crea un universo en  miniatura.

-Pido perdón a los que han soportado mis fracasos –expresa en  una reflexión con motivo de esta fecha-. También agradezco a los que han aplaudido mis logros.

-Estoy celebrando la enorme dicha de hacer lo que me da mi regalada gana –manifiesta este creador que durante un tiempo realizó su trabajo en la ciudad de México y después regresó a esta tierra donde ha continuado sus proyectos en distintos géneros: drama, comedia, musical, ópera…

Juan Ramón Alfaro estudió bachillerato en arte en el Cedart y después cambió su residencia a la ciudad de México para cursar la licenciatura en el Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la Unam, de donde egresó en la especialidad de dirección escénica. Como director ha participado en unos 30 montajes, y como actor y profesor de teatro en  muchos más.

Acerca de estos 35 años de trayectoria, este artista señala la coincidencia de que en estas fechas de celebración está montando de nuevo en esta ciudad una obra que hace mucho ya había presentado aquí y que además repitió con éxito en la  ciudad de México.

Así lo expone al hablar de este aniversario:

-Todo comenzó el 1 de mayo de 1981 con el estreno de "La cantante calva", del francés Eugene Ionesco, en el Salón de la Danza de la desaparecida Escuela de Bellas Artes de Yucatán, la cual ocupaba La Condesa (donde ahora está una  oficina de gobierno).  Después dirigí un espectáculo de poesía llamado "Prólogo a la vida", y una farsa del alemán Ludwig  Tieck.

-A fines de 1982 monté por  primera vez Cruce de vías, obra de Carlos Solórzano, con las actuaciones de Xhaíl Espadas, Raquel Araujo Madera, Manuel May Tilán, Osvaldo Tec Cantón y yo mismo. Jorge Romero hizo la producción.

-En 1991, ya como estudiante de la UNAM, y después de haber presentado varias obras, retomé Cruce de vías y la exhibí varias veces  en la metrópoli. Esta vez los actores fueron Bárbara Sánchez, Samuel Escobar, Bernardo Galindo, Tania Benhumea y Heberto Silva Rendon, con vestuario de Juan Carlos Castillo.

-Han pasado 34 años desde su estreno y heme aquí de nuevo montándola con el mismo concepto, contento de que siga sorprendiendo y enamorando. Esta vez el elenco lo integran Roberto Franco, Hristo Méndez, Lorena Barrera, Fabián Sosa Garcia, Saire Simón, Grillo Camacho, Paola Koot y David Pat. Las funciones son en Tapanco Centro Cultural.


Juan Ramón atribuye el gusto que el público tiene por Cruce de Vías a que esta obra aborda la experiencia del amor y antiguos ideales, y la población puede refugiarse en ellos en este tiempo en que México es azotado por matanzas, desapariciones  y violaciones, un  panorama fúnebre que no existía cuando él pisó por las tablas por primera vez y decidió no bajarse de ellas. (Mérida Cultura).

jueves, 17 de marzo de 2016

Inició el encuentro internacional de teatro



Actores de Chiapas levantaron el telón de los trabajos.


En la sociedad hay un sector que no quiere ver o prefiere creer que no existe la violencia contra la mujer, aquella que va desde agresión sutil hasta la crueldad extrema mediante esclavitud –trata de personas le dicen ahora-, la violación y la explotación sexual.

Esa intención de negar u ocultar la violencia psicológica, económica y física contra la mujer así como la misoginia, la prostitución y otros delitos y  violación de los derechos de ellas es el mensaje que está detrás de la obra “La siguiente esquina”, con la cual este miércoles 16 comenzó el Encuentro Internacional "La mujer en la escena teatral latinoamericana de cara al siglo XXI".

La dramaturgia, el grupo teatral y los actores que se presentaron son de Chiapas, donde no hay instituciones educativas de artes escénicas. Ahí la gente de teatro se forma mediante talleres y cursos.



“La siguiente esquina” fue escrita por Damaris Disner, dramaturga, narradora y promotora cultural originaria de Tonalá. Ella salió de la universidad con un título en Ciencias de la Comunicación. El montaje estuvo a cargo de la Compañía Confines Teatro, surgido hace unos 15 años y que actualmente conduce Jorge Zárate. La dirección escénica es de Saúl Gohé.

Participaron cuatro actores: Ixchel Lacroix, de ascendencia francesa; María Fernanda Falconi, Alejandro León y Alfredo Espinoza, este último graduado en ingeniería civil pero optó por desarrollarse en las tablas.

El texto de esa obra es difícil de entender porque, según su autora, es una “narra-turgia”, de modo que es complejo montarlo. Consta de fragmentos de varias historias cuyos protagonistas convergen en el  bar “La siguiente esquina”, donde chocan o se entrelazan sus vidas. Los actores representan varios papeles, hacen cambio de vestuario ante el público.

A lo complejo de la dramaturgia se agregó la desventaja del sitio donde se presentó ese trabajo, uno de los  salones del Centro de Convenciones, donde se realiza la Feria Internacional de la Lectura. Ese espacio y las instalaciones no son las de un teatro, y llegaban hasta ahí el ruido de otras actividades que se realizaban simultáneamente, entre ellas la actuación de un mariachi en una sala contigua.
Los actores se esforzaron para que no se perdiera parte de los diálogos en ese amplio salón lleno de sonidos externos.

Si bien en ese salón se improvisó un escenario, quizá a los actores  les pareció inadecuado y  no  lo usaron, optaron por actuar entre el público.  En esas condiciones se suprimió un elemento primordial de la escena, la iluminación.  Se sabe que las obras creadas para ser representadas en un recinto son diferentes a las que nacieron para ser expuestas al aire libre, en parques, plazas y otros lugares abiertos o amplios espacios cerrados. En el primer caso hay herramientas imprescindibles,  como el juego de luces.

Lo anterior resultó una desventaja extra para los cuatro actores, por lo cual se elogia el  empeño que pusieron en  esta visita a Mérida.

Esta es la segunda ocasión que se realiza el Encuentro Internacional "La mujer en la escena teatral latinoamericana de cara al siglo XXI", el cual es impulsado por la Compañía El Globo Arte y Cultura, que dirige Ana Varguez.

Las actividades de esa convención continuarán hoy jueves y mañana viernes.  Son conferencias, mesas panel, talleres y presentaciones teatrales, todas ellas se realizan en el marco de la Filey  y se desarrollan en el Centro de Convenciones Siglo XXI y el Gran Museo del Mundo Maya.


Todas las actividades son gratuitas. Hoy jueves a las 9 de la noche, en el centro de convenciones, se presentará una artista argentina con un monólogo basado en la obra “La casa de Bernarda Alba”, del español Federico García Lorca.  (Mérida Cultura)

Nota: la última foto que acompaña a esta nota fue publicada por El  Globo Arte y Cultura. 

sábado, 27 de febrero de 2016

Comedia para exponer un drama

Carlos Medina



“Leaving USA” aborda el fenómeno migratorio.


Se dice que en estos tiempos de la crisis económica los monólogos son una buena alternativa para montar una obra teatral con escaso presupuesto. Esto es falso.  En México, y en Yucatán en particular, el teatro siempre ha estado falto de dinero, y sobrado de talento.

Y una causa de esto es la falta de públicos debido a la mala calidad de la educación en el  país, la cual se refleja en una ausente sensibilización artística de los estudiantes.

Los monólogos no son opción barata para los teatreros, son desafío. Y para el público amante del teatro esas presentaciones unipersonales son parte de los sabrosos géneros escénicos que puede disfrutar.

Las reflexiones anteriores surgieron a raíz de las nuevas presentaciones de “Leaving USA. Bienvenido a México”, una comedia regional escrita y dirigida por Gilma Tuyub y actuada por Carlos Medina. Estuvo en cartelera en el teatro “Daniel Ayala Pérez”.

Este trabajo no es teatro regional yucateco, es una agridulce reflexión sobre un  drama humano común entre la población rural de México y Centroamérica que cruza ilegalmente la frontera norte en busca de dólares y oportunidades que no hay en la propia patria.

Aunque la obra termina en tragedia tiene tratamiento azucarado para que el espectador no se quede con el mal sabor que deja esa medicina de recordar las desgracias sociales de nuestro suelo latinoamericano. Este proyecto escénico es anecdótico y sencillo, no expone el  espanto, corrupción, crimen y muerte que hay en el  fenómeno migratorio. Sólo deja ver una de las heridas que este causa.

Al igual que todo trabajo unipersonal, este monólogo permite apreciar la madurez y recursos profesionales del actor que se someten a este desafío de exponer una historia, crear ambientes y generar acción, emoción y expectación en las tablas en vez de aburrir con la simple narración de hechos.

Carlos Medina tiene varios años en este oficio, consiguió, como exigen los trabajos unipersonales, mostrar a los demás personajes de la historia, los cuales están presentes pero son invisibles para el público. Si bien hay pasajes donde convendría dominar mejor la representación, sus pericias de voz, corporales y de gesticulación fueron suficientes para cumplir con lo que pide el papel en este caso.

Gilma Tuyub
Los monólogos, como ya dijimos, exponen también a los dramaturgos. Este tipo de textos requieren un tratamiento adecuado para conseguir los objetivos dramáticos del caso. Gilma Tuyub conoce esos secretos, sabe generar los mecanismos de evocación, maneja el uso de los interlocutores imaginarios y sabe generar el ritmo para que  la narración trascurra con coherencia.


La actriz y directora teatral posee además conocimiento sobre el modo como la humilde gente del interior del estado,  muchas veces casi analfabeta, se comporta y se expresa, y las tradiciones que mantienen las familias y poblaciones rurales. Esta herramienta fue usada para crear el carácter del bracero que,  al buscar en el extranjero aquello que no tiene en México, pierde todo: esposa, hijos, hogar y vida.  (Mérica Cultura).

domingo, 21 de febrero de 2016

Hogares con jefas de familia



Una entretenida obra plantea el tema a los niños.


Tierna, bonita y divertida, así es la obra infantil “Lola y el rompecabezas” que el grupo La Fragua Producción Escénica presentó a las familias meridanas durante varios domingos, en el Centro Cultural  Olimpo.

Este proyecto es imaginativo,  tal como deben ser los trabajos dirigidos al público infantil. El género teatral enfocado a ellos no debe considerarlos ñoños ni faltos de capacidad para comprender  y analizar  lo que se les expone.

Esta obra cumple  además con formar nuevos públicos. Esta experiencia hace que los infantes conozcan el teatro, aprendan sobre él y lo quieran para siempre. Tener frente a sí a los actores es para ellos una vivencia distinta a la que proporcionan el cine, la televisión y lo vídeojuegos.

La trama de “Lola y el rompecabezas” es actual, común en muchas familias meridanas: Lola es una niña de ocho años de edad que creció sin padre porque este se distanció de la madre antes de que la pequeña naciera. Todos los días,  al salir del colegio, la infante permanece siempre en casa de una tía suya, donde espera que su tutora salga del trabajo y acuda por ella.

En su hogar, Lola tiene como amigo y confidente a  un perro callejero que adoptaron. 

La pequeña llega a la edad en que comprende que en su familia hace falta una pieza,  como los rompecabezas que le gusta armar. En sus indagaciones tiene enfrentamientos con su madre y se entera que su “tía” en realidad es una amiga de aquella. Inicialmente la angustiada mamá no sabe cómo enfrentar esta situación, hasta que halla la forma de comunicarle la verdad a la niña, la  cual llego a dudar del amor que le tiene su madre.

La obra concluye cuando Lola consigue terminar el rompecabezas que estaba armando y al mismo  tiempo articula su vida al hallar la pieza que le faltaba.  El relato tiene un final feliz pero real. La vida no es un  cuento de hadas. 

La historia y su desenlace son contados por Lola (Lorena Barrera)  y su perro Lucas (Amilcar Barrera) mediante un buen manejo de las habilidades actorales de ambos así como el adecuado movimiento de los espacios y elementos escénicos que domina el  experimentado Óscar López, autor de la dramaturgia y director de la obra.

Seguramente en los ensayos los dos actores fueron templados en el desafío de tener entre el  público infantil a niños muy pequeños que hacen ruido, se distraen y hablan en voz alta, pues ninguno  de los dos perdió la concentración cuando esto ocurrió.

Lorena Barrera es muy joven, quizá es estudiante de teatro, alcanzó expresiones dramáticas exigidas en pasajes de la obra.  A su vez,  Amilcar Barrera recién cumplió 15 años de trabajo en las tablas y tiene holgada experiencia en distintos géneros teatrales.

Este actor divirtió, contribuyó a la reflexión y enterneció con su papel de perro. ¿Qué mejor amigo puede tener un niño que una mascota canina? En esta obra el animal es compañero de juegos, cómplice en las investigaciones y compañero de lágrimas. Tiene más amor que pulgas. La cantidad de cariño que da es proporcional  al montón de pelos que deja por la casa.

-Un perro nunca guarda rencor porque nunca odia –explica el noble animal en un pasaje de la obra-. Los perros sólo tienen dos sentimientos: amor y miedo. Muerden cuando sienten temor.

Ignoramos si hay algún  parentesco entre estos dos actores pues comparten el mismo apellido.



“Lola y el rompecabezas” es una obra entretenida y bien elaborada,  por ello gusta también a los adultos.  Y seguramente parte de los niños que la vieron están en una situación similar a la de Lola. Esta escenificación podría haberlos ayudado a reflexionar sobre su modelo de familia donde la mamá es jefa del hogar. (Mérida Cultura)

martes, 9 de febrero de 2016

Audaz y extensa obra



Película llevada al teatro con singular planteamiento 



Pocas  veces vemos  en Mérida la temeridad de montar una obra teatral de dos horas y media de duración pues se requiere mucha audacia para exponerse a que el público se canse y abandone la sala antes del final de la presentación. Para salir indemne de esa intrepidez son necesarios un argumento atrayente, actores aventajados, una ambientación laboriosa y un director sin arrogancia, más cercano del público y conocedor de los encantamientos escénicos para usarlos en favor de su trabajo.

Miguel Angel Canto
Esta intrepidez la vimos en días pasados en  las presentaciones de “Luz de  invierno”, una larga adaptación de la película Los Comulgantes, uno de los mejores filmes del sueco Igmar Bergman que aborda la existencia de Dios a partir las tribulaciones y dudas de un  pastor protestante cuya angustia crece a raíz de la muerte de su esposa.

René Avila
Ese arrojo lo condujo Luis Yamá, actor egresado de las aulas teatrales de Veracruz y que de nuevo dirige una obra. Para esta aventura reclutó a un elenco competente dispuesto a nuevos retos expresivos para fortalecer sus capacidades, al cual apoyaron actores  secundarios y estudiantes de teatro que sirvieron de auxiliares.

Al material actoral se agregó  una sugerente escultura de Cristo crucificado que sirvió de elemento escenográfico y al mismo tiempo formó parte de una estructura metálica sobre la cual se desarrollaron segmentos de la trama. Crucetas de madera y ramas secas completaron  la escenografía.

Se  recurrió a un  televisor para proyectar los nombres de los 11 cuadros en que se dividió la obra y mostrar la traducción de la defensa que  el sueco Bergman hace de su trabajo en ese filme y las ideas filosóficas que plantea en los diálogos de los personajes. Parte de obra –así lo entendimos- consistió en semejar aspectos del rodamiento de la  cinta.

Rebeca Guerrero
Se recurrió mucho a la iluminación para generar ambientes, resaltar pasajes y contribuir a  transmitir sensaciones. A  diferencia de la película, en la cual casi no hay música, en esta obra se recurrió en exceso al sonido. Este elemento no fue arpegio que adorna a la nota principal sino protagonista que quitó lugar al actor, la estridencia impidió por momentos escuchar los parlamentos a pesar del  esfuerzo del elenco por elevar la voz.

Luis Yamá planteó este drama psicológico recurriendo a simbolismos y elementos del teatro mágico. Combinó destrezas actorales con impactos visuales. Su planteamiento estético no es convencional, las alegorías son abundantes. 

El protagonista central, el pastor protestante, nunca aparece con sotana, se presenta siempre con el  torso descubierto. Un afligido feligrés al cual  el ministro no puede ayudar, ocupa la escena también con el torso al descubierto y manchado, se arrastra para expresar sus tormentos que lo llevan al suicidio. Otro más que aparece sin camisa es el jorobado sacristán  con un crucifijo en el cuello, quien habla  al final de la obra exponiendo planteamientos sobre la existencia divina.

Otro personaje más es u sacerdote alejado de su misión evangélica y consumido por el materialismo al que debe oponerse. Este es mostrado bailando, contando su dinero y haciendo compras en Liverpool.  

En este montaje participan 16 personas, dos de ellas sentadas entre el público, otros más son auxiliares o actores secundarios,  entre ellos un niño. El trabajo central recae en menos de la mitad de ese amplio elenco.

En esta obra hay imágenes impetuosas y cuadros palpitantes pero hay momentos en que decae la fuerza, las debilidades son inocultables,  surgen confusiones sobre el argumento. Para quienes gustan del teatro conservador habrán salido sin grandes emociones después de ver esta obra que marcha sobre el riel de la escena contemporánea, aquella donde el poderío del actor se mezcla con recursos de todo tipo para semejar  ambos una ola con su espuma: son independientes pero  viajan juntos hasta disiparse ante la playa del espectador. 

Amilcar Barrera 
Por la falta de programa de mano no conocemos los nombres de todo el elenco. Pero reconocimos a Miguel Angel Canto Peraza, quien todo el tiempo estuvo en escena cargando con el papel principal y sometiendo a juicio sus habilidades teatrales. Este actor, quien también ha dirigido y escrito obras, dejó sus estudios de ingeniería para desarrollarse entre los telones y la tramoya.  Parte de su formación actoral la hizo en el  Instituto Nacional de Bellas Artes, es profesor de la ESAY y se le ve con frecuencia en las tablas.

También vimos a René Avila, integrante del grupo teatral Par 64  y con trayectoria suficiente que ya le dio formación sólida; Rebeca Guerrero, española con gran actividad local pues es requerida por  sus capacidades actorales; a Raúl López, quintanarroense, con estudios en  Cozumel y ex integrante del grupo La Fragua, y Amilcar Barrera, poseedor de una técnica pulida en 15 años de trabajo en obras de distintos géneros. En el cartel publicitario de este proyecto se menciona también a Elizabeth Pisté, Gerardo Molina, Rosi Estrella y Alejandro Castolo.


Esta obra se estrenó en octubre pasado y su última presentación fue el pasado sábado 6,  en el Foro Alternativo Rubén Chacón. Por fortuna, logramos asistir a esa última función (Mérida Cultura)