Una obra de celos, infidelidad, trampas y perdón.
Se dice que los celos en dosis pequeña puede resultar
romántico, pero en cantidades mayores es cianuro para la relación amorosa. En
los años 50 el dramaturgo, director de cine y humorista español José López
Rubio tomó este sentimiento para elaborar una de sus más conocidas obras teatrales donde aborda el tema de la
infidelidad en el matrimonio, una amenaza siempre presente en la unión
conyugal.
Manolo Palma, Heidy León y Santoos Pisté.isté. |
En esa obra planteó ideas prevalecientes en ese tiempo y que hoy
generarían discusión con las nuevas generaciones acerca de su vigencia, pero
hay otros conceptos válidos hoy día porque son atemporales.
Raúl Uranga,, Pablo Herrero y Elidé Uc. |
La historia se desarrolla en una amplia y alejada finca,
propiedad de una pareja de edad avanzada que decide compartirla, mediante una
renta, a un matrimonio joven en problemas debido a los celos patológicos de la
esposa. Estos últimos reciben a su vez la vista de dos amigos –una actriz y
un director teatral- también en
conflicto conyugal, pero no por celos sino otras de las tantas dificultades que
asechan al matrimonio, entre ellas el egoísmo.
Elidé Uc y Mónica Vázquez |
Conforme avanza la trama se sabe que la infidelidad sí está
presente, no es imaginaria. Y que hay más de un infiel. El desenlace es
interesante. Este involucra a la pareja
propietaria de la estancia, la cual se
muestra en todo momento como espectadora de la farsa, excepto cuando
intervienen, al final de la obra, para deshacer el nudo.
Esta dramaturgia arroja planteamientos para reflexionar
sobre los motivos que llevan a hombres y mujeres a ser infieles, y cómo
reaccionan cuando las cosas no resultan como deseaban. Se expone también las
actitudes individuales que dañan al lazo conyugal y la importancia de perdonar
el engaño cuando la otra parte muestra real arrepentimiento.
-Mi esposo no resultó ser el que yo creí que era cuando me
casé –dice una de las esposas, la cual también formula un reclamo a la población
masculina: Para conquistar a una mujer, el hombre representa un papel que se
cansa de seguir interpretando una vez que consiguió su objetivo.
Esta obra es extensa, está dividida en tres actos e incluye
la presencia de un mayordomo, figura común en muchas obras teatrales de ese
tipo en los años 50.
En este abril ya hubo dos presentaciones de ella en el
Centro Cultural Olimpo, con una producción que deja ver el esfuerzo realizado
para contar con escenografía y vestuario y elenco completo.
Actúan en los papeles principales Mónica Vázquez (esposa
celosa), Pablo Herrero (cónyuge de esta), Elidé Uc (la actriz) y Raúl Uranga
(director teatral). También Heidy León y
Manolo Palma (la pareja de edad avanzada) y Santos Pisté Canché (mayordomo).
El trabajo en conjunto es bueno, en particular de los cuatro actores que llevan el peso de la obra pues todos
ellos tienen experiencia en escena. Hay
parlamentos que ayudaron a unos a sobresalir más que otros, pero son textos que
también pusieron a prueba sus habilidades. Sin embargo –es opinión particular
que seguramente la mayoría no comparte- faltó que alguno de ellos ofreciera una
actuación vigorosa, recia, que sorprenda e impacte.
Hay actores que cayeron por momentos en la imperdonable pérdida del volumen de voz.
Los espectadores que ocuparon asientos ubicados en la mitad del teatro y más
atrás no escucharon parte de los diálogos.
De todas formas estas actrices y actores aumentaron el
número de sus seguidores o conquistaron admiradores nuevos. Estamos seguros que
habrá quienes estén pendientes de ellos en sus próximas presentaciones.
Yatzaret Castillo puede presumir otro logro en el
prolongado, exigente, camino en el trabajo de actuación y dirección. En esta
obra, todo el conjunto actoral logró divertirnos, hacernos reflexionar y
conmovernos con sentimientos universales relacionados con la relación conyugal,
auxiliados con un montaje que se elogia por el esfuerzo visible de ofrecer
teatro de calidad.
Cabe comentar que “Celos del aire” pone en boca de uno de los actores una frase para
generar debate: “Desde que hay cine, al teatro no van más que las personas
inteligentes”. (Mérida Cultura).
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