Una entretenida obra plantea el tema a los niños.
Tierna, bonita y divertida, así es la obra infantil “Lola y
el rompecabezas” que el grupo La Fragua Producción Escénica presentó a las
familias meridanas durante varios domingos, en el Centro Cultural Olimpo.
Este proyecto es imaginativo, tal como deben ser los trabajos dirigidos al
público infantil. El género teatral enfocado a ellos no debe considerarlos
ñoños ni faltos de capacidad para comprender
y analizar lo que se les expone.
Esta obra cumple
además con formar nuevos públicos. Esta experiencia hace que los
infantes conozcan el teatro, aprendan sobre él y lo quieran para siempre. Tener
frente a sí a los actores es para ellos una vivencia distinta a la que
proporcionan el cine, la televisión y lo vídeojuegos.
La trama de “Lola y el rompecabezas” es actual, común en
muchas familias meridanas: Lola es una niña de ocho años de edad que creció sin
padre porque este se distanció de la madre antes de que la pequeña naciera.
Todos los días, al salir del colegio, la
infante permanece siempre en casa de una tía suya, donde espera que su tutora
salga del trabajo y acuda por ella.
En su hogar, Lola tiene como amigo y confidente a un perro callejero que adoptaron.
La pequeña llega a la edad en que comprende que en su
familia hace falta una pieza, como los
rompecabezas que le gusta armar. En sus indagaciones tiene enfrentamientos con
su madre y se entera que su “tía” en realidad es una amiga de aquella.
Inicialmente la angustiada mamá no sabe cómo enfrentar esta situación, hasta
que halla la forma de comunicarle la verdad a la niña, la cual llego a dudar del amor que le tiene su
madre.
La obra concluye cuando Lola consigue terminar el
rompecabezas que estaba armando y al mismo
tiempo articula su vida al hallar la pieza que le faltaba. El relato tiene un final feliz pero real. La
vida no es un cuento de hadas.
La historia y su desenlace son contados por Lola (Lorena
Barrera) y su perro Lucas (Amilcar
Barrera) mediante un buen manejo de las habilidades actorales de ambos así como
el adecuado movimiento de los espacios y elementos escénicos que domina el experimentado Óscar López, autor de la
dramaturgia y director de la obra.
Seguramente en los ensayos los dos actores fueron templados
en el desafío de tener entre el público
infantil a niños muy pequeños que hacen ruido, se distraen y hablan en voz
alta, pues ninguno de los dos perdió la
concentración cuando esto ocurrió.
Lorena Barrera es muy joven, quizá es estudiante de teatro,
alcanzó expresiones dramáticas exigidas en pasajes de la obra. A su vez,
Amilcar Barrera recién cumplió 15 años de trabajo en las tablas y tiene
holgada experiencia en distintos géneros teatrales.
Este actor divirtió, contribuyó a la reflexión y enterneció
con su papel de perro. ¿Qué mejor amigo puede tener un niño que una mascota
canina? En esta obra el animal es compañero de juegos, cómplice en las
investigaciones y compañero de lágrimas. Tiene más amor que pulgas. La cantidad
de cariño que da es proporcional al
montón de pelos que deja por la casa.
-Un perro nunca guarda rencor porque nunca odia –explica el noble animal en un pasaje de la obra-. Los perros sólo tienen dos sentimientos: amor y
miedo. Muerden cuando sienten temor.
Ignoramos si hay algún
parentesco entre estos dos actores pues comparten el mismo apellido.
“Lola y el rompecabezas” es una obra entretenida y bien
elaborada, por ello gusta también a los
adultos. Y seguramente parte de los
niños que la vieron están en una situación similar a la de Lola. Esta escenificación podría haberlos ayudado a reflexionar sobre su modelo de familia
donde la mamá es jefa del hogar. (Mérida Cultura)