Atractivo montaje de crítica social.
Hace 90 años el
dramaturgo alemán Bertolt Brecht escribió una sátira a la burguesía de su
tiempo. A casi un siglo de distancia esa crítica, realizada en forma lúdica,
sigue vigente porque perviven parte de las costumbres y simulaciones que él
observó en aquel entonces y las cuales expuso en la obra teatral “Una boda
respetable”.
Esta dramaturgia, con sus respectivas variantes, se ha
venido presentando más allá de las fronteras germánicas. Su éxito estriba en
que el público disfruta la forma puntiaguda como son desnudadas las
apariencias, caen las falsas posturas y se derrumban conductas adulteradas. Al
desmoronarse la fachada, únicamente quedan en pie los sentimientos auténticos.
La historia transcurre durante una celebración nupcial, hay
un banquete en el hogar de los desposados, a quienes acompañan familiares,
amigos y padrinos. Ablandados por el vino y las circunstancias, todos dejan sus
fingimientos y se muestran como son. Los desposados no tienen la boda perfecta,
pero la fiesta tiene un final feliz.
Mabel Vázquez eligió montar esta obra en Mérida para cumplir
con la práctica escénica a la cual está obligada para obtener la Maestría en
Dirección Escénica por la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY).
El estreno fue el domingo pasado en el Foro Colón, el cual
casi se llenó. Entre el público hubo gente de teatro local. Vimos a varios
actores, directores y capitanes de foros alternativos, lo cual seguramente fue
una presión adicional a las que estuvieron sometidos los nueve integrantes de
este montaje, al cual se le cambió el nombre y se le bautizó con “¡Nos
casamos!”.
En primera fila estuvo el dramaturgo, ensayista y pedagogo
Luis de Tavira, ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes y quien es un
experto en Bertolt Brecht. Casi junto a él se sentó Ramón Enríquez
Alcázar, actor, dramaturgo, director y pedagogo. En la misma fila se vio a
Raquel Araujo Madera, directora de La Rendija.
Para esta representación, cuya producción estuvo a cargo de
Alejandro Celis, se recurrió al teatro de máscaras, una herramienta que
facilita la identificación de los personajes pero deja al actor en la
desventaja de prescindir de las expresiones faciales. Ante ello, este debe
reforzar la gesticulación del resto del
cuerpo.
En lo personal, aplaudimos esta variante elegida por Mabel
Vázquez porque es poco usada por el
gremio local de las artes escénicas, y también es poco vista en el medio
teatral nacional. Esta obra es oportunidad de conocer este género, lo cual la
hace más atractiva para el público.
Según las reacciones de los asistentes a “¡Nos casamos!”,
gustó mucho las actuaciones del fogueado René Avila, quien representó al
padre de la novia, un vejete que genera vergüenzas en la desposada y desagrado
en los invitados por su empeño en contar exabruptos. También la de Pablo Mercader, en un papel femenino
que lo obligó a rasurarse la barba que siempre usa. Su papel es el de esposa
del padrino, mujer mala y envidiosa que goza haciendo sufrir a los demás.
También destacaron Karla Franco, quien colabora con el
colectivo Viajante Teatro (la novia), y Marcos Gan, a quien lo vimos por última vez cuando
participó en “Las visiones del rey
Enrique IV”, una dramaturgia de José Ramón Enríquez (es el novio, aprendiz de
carpintero que mal fabricó los muebles para el banquete).
Además intervienen Yatzaret Castillo, conocida y
experimentada actriz local (madre sobreprotectora del novio); Lizeth
Aguilar, con un camino avanzado en los escenarios y graduada en doblaje (resbalosa hermana de la novia); Zaab’di
Hernández, joven actor que ya pisó varios foros locales (amigo del
novio); Eduardo Hernández, es integrante del equipo de Tapanco Centro
Cultural, (joven invitado, aparentemente
tímido pero que engancha a la hermana de la novia), y Alejo Medina, también colaborador de
Tapanco (padrino).
El diseño de vestuario y las máscaras estuvo a cargo de
Diana María (el programa no trae los apellidos). El diseño de la escenografía
es de Jean Baptiste Cotonea y fue elaborada por Oscar Toledano Encalada. El
entrenamiento de máscaras y creación de personajes fue de Haydee Bañales,
la confección del vestuario correspondió a Trinidad Suárez
Puigserver, la elaboración de los
muebles a la empresa “Art DIEs”, y la utiliería a Frankel Pérez Estrada.
Esta obra tendrá otras nueve presentaciones: 7, 8,
13, 15, 22,28 y 29 de mayo, y 4
de junio. Los boletos son a $100 y $80.
Por cierto, al dramaturgo Bertolt Brecht se le atribuye una
frase que bien aplica para estos momentos que vive Méxio: “En tiempo de
desorden, de confusión organizada y de humanidad deshumanizada, nada debe
parecer imposible de cambiar”. (Mérida
Cultura).
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