domingo, 31 de julio de 2016

Arrojo teatral



Obra de dos horas, en verso, y escasamente montada.



Durante la temporada en que se presentó la obra El divino Narciso siempre se agotaron los boletos. Por ello, esta vez que hubo una función  especial recurrimos a la Casa Blanca, el Kremlin y el Vaticano para que movieran sus influencias y nos consiguieran un asiento.

De esa forma logramos ver este proyecto teatral que es una nueva, arriesgada aventura que realiza Raquel Araujo, directora del teatro La Rendija, la cual nos tiene acostumbrados a osadías escénicas llenas de símbolos  y elementos surrealistas y abstractos.

Parte del trabajo que Raquel realiza es un  teatro abundante en sensaciones,  va dirigido a impresionar los sentidos más que a mostrar formas teatrales convencionales fácilmente identificables.

En esta ocasión hay que reconocerle la intrepidez del meterse al teatro clásico para interpretar al genio de la literatura que es Sor Juana Inés de la Cruz,  y montar una obra de dos horas de duración escrita con las complicadas, geniales rimas de la llamada Décima Musa, y utilizando el auto sacramental, un género teatral ya desaparecido pero popular hace más de 300 años.

A esas dificultades para montar la obra hay que agregar el complejo modo como Juana de Asbaje escribió El divino Narciso, la cual es calificada por  expertos en literatura como un original, formidable y perfecto trabajo, pero que exige mucha concentración para entenderlo y disfrutarlo.

Retos para el montaje.


La poesía de Sor Juana Inés de la Cruz es genial, hermosa, pero demanda esfuerzo mental para beber su almíbar.
Los autos sacramentales eran representaciones populares en el México novohispano, y la escritora mexicana  elaboró tres de ellos. Uno de estos es El divino Narciso.  Este trabajo va antecedido de una loa, pieza corta en verso que se usaba como preludio.

El tema de la obra es la conquista española, pero Sor Juana Inés de la Cruz plantea la trama mezclando elementos bíblicos y religiosos con personajes mitológicos y tradiciones indígenas de aquella época.  Para complicar más el asunto, la autora no recurre a personajes convencionales sino que pone a dialogar, por ejemplo, a América con la Religión, Occidente y el  Celo. Esos son sus personajes. Otros más son Eco,  Naturaleza Humana, Gentilidad, Gracia, Amor propio, Soberbia…

En este trabajo sorjuanesco El divino Narciso es Dios mismo. Pero, al igual que en la mitología, El divino Narciso -personificación de Jesucristo- vive enamorado de Su Imagen. Esta mezcla de mitología y religión hace más difícil de comprender el argumento, el cual, como ya dijimos, ex expuesto en la versificación espléndida y compleja de Sor Juana Inés de la Cruz.

La compañía La Rendija sólo usó a seis actrices para representar a todos los personajes incluidos en la obra. Y para mantener atento al  público evitó mantenerlo sentado durante las dos horas de la escenificación. Lo movió a cuatro salones y espacios del recinto e hizo que algunos de los espectadores intervinieran.

Y los sorprendió enviando a parte de ellos al cielo y otros al infierno, según se les dio a elegir antes de ingresar al teatro.

Profusos recursos.


La presentación es abundante en recursos teatrales y escenográficos. Hay música en vivo, danza, canto, techos que se mueven  y efectos de luz, viento y sonido. Además hay espejos, sombras, linternas, espuma, tela plástica proyecciones y actrices con varios vestuarios moviéndose abajo, enmedio y arriba y en unos casos con ramas en la cabeza. 
También se usan desnudos totales, lo cual no es una táctica nueva en Raquel Araujo, ya los ha utilizado en otras ocasiones.

Sin embargo, no se evita que alguien del público bostece. Los asistentes, sobre todo aquellos que no gustan de este género teatral, deben esforzarse por seguir los parlamentos para entenderlos y comprender la narración y las novedosas ideas que la Décima Musa planteó en aquella época en torno a la conquista y la evangelización. 

Consideramos que los espectadores deben corresponder así al gran esfuerzo realizado por las actrices para no fallar en  sus complicados parlamentos. Ellas realizaron buen trabajo expresivo y desenvolvimiento escénico. Elogiamos también su concentración y capacidad física. Habrán terminado exhaustas después de cada función.

(Olvidamos el programa de mano en el teatro. Al parecer, ellas son Nara Pech, Liliana HeSant, Gina Martínez, Nicté Valdés, Zazil Sánchez y Fátima Medina).

Para este complicado montaje el equipo de apoyo superó en número al elenco,  hubo más gente detrás de escena que frente al público. Colaboraron unas  40 personas, incluyendo a los asesores literarios.

Nos pareció que en este esfuerzo por representar a una de las figuras de las letras hispanoamericanas del siglo XVII, se insistió en poner el sello que hace identificable todos los trabajos de La Rendija y de su directora en particular.  No quieren dejar dudas sobre quién es el autor de esos proyectos.


La poesía de Sor Juan Inés de la Cruz es un manjar para intelectuales, y el teatro expresivo, de percepciones, que practica Raque Araujo es una  vianda para quien gusta de este género escénico. (Mérida Cultura)

viernes, 1 de julio de 2016

Actores sometidos a juicio





Interesante obra para una práctica escénica



Durante muchos años Tomás Ceballos Campos ha realizado trabajo de alfarero teatral. A sus manos llegan distintos tipos de arcilla con propiedades particulares que él debe procesar para que puedan convertirse en  objetos utilitarios, piezas artesanales u obras de arte.

El terreno teatral es similar a los suelos arcillosos,  estos son abundantes pero no todos sirven para la alfarería. Hay barro que en su estado natural muestra a simple vista sus cualidades. Otros, en cambio, son valorados por atributos peculiares como su color, porosidad,  plasticidad o comportamiento en  el horno que exhiben al  ser procesados.

En la Escuela Superior de Artes de Yucatán, donde Tomás Ceballos es profesor de teatro, hay esas diferentes vetas de barro cuyos rasgos se observan cuando son ellas son expuestas ante el público, lo cual ocurre a partir de que los estudiantes navegan en el aprendizaje del realismo escénico.

En esa etapa asoman las peculiaridades que puede llevar a los jóvenes a ganar batallas en  las artes escénicas. Pero antes de ser colocados en el torno del ceramista es necesario retirar las impurezas minerales mediante ejercicios en las tablas.

Esto es lo que viene haciendo Tomás Ceballos desde el pasado día 23 de junio con un grupo de alumnos del cuarto semestre de la Licenciatura de Teatro con los cuales montó la obra “La noche del 16 de enero”, un drama de la escritora Ayn Rand, autora judía rusa pero nacionalizada estadounidense, nacida a principios del siglo pasado y fallecida hace 33 años.

Ese montaje es parte de las prácticas escénicas a las que deben someterse los muchachos a esa altura de la carrera.  La historia de esta obra se desarrolla en una corte neoyorquina donde es sometida a juicio una mujer, secretaria de un magnate que se suicidó lanzándose desde las alturas de un lujoso edificio de apartamentos. Las investigaciones arrojan que en realidad fue un asesinato, y la principal sospechosa es la auxiliar.

Durante el proceso judicial las conjeturas se amplían hacia  otros protagonistas. Varios testigos desfilan para dar su testimonio ante un jurado formado por  parte del público. Estos asistentes son quienes deciden al final de la presentación si la acusada es inocente o culpable.

Ese elemento de la obra es interesante. Habría que ver todas las presentaciones para conocer cuáles fueron las resoluciones de los distintos jurados. Y saber además si el resto del público coincide con el veredicto de quienes fungen como jurado.

La obra es prolongada, hay que estar pendiente de todo lo que ocurre en la corte pues el desarrollo de la historia lleva por varios caminos. Hay recursos escénicos para impedir que el público se distraiga y pierda interés.

Casi todos los actores tienen papeles breves. Es un escaso tiempo en la escena que sin embargo basta para que cada uno muestre de qué arcilla están hechos. Ese es el reto, aprovechar ese breve espacio para convencer a sus tutores y al público sobre sus futuras posibilidades histriónicas.

El actor que mayor tiempo permaneció en escena es Irving Chan, así lo exige su papel de fiscal a cargo de interrogatorios y alegatos. En segundo lugar, en cuanto a lapso de intervenciones,  corresponde a las jóvenes Siled Rodríguez y Frida Echeverría, quienes se alternan  en el  papel de abogada defensora.

Los otros integrantes del elenco con Merly Martell, Yaimy Mendoza, Andrea Fajardo, Rubí Pineda, Daniel Burgos, Luis Solé, Edgar Estrella, Cossette Daniela, Rubí Pineda, Andrea Fajardo, Adrián Segura, María Cantarell, Cristian Chim, Jesús Padrón y Rafael Manríquez. Casi todos ellos se sientan entre el público una  vez que terminan sus intervenciones,  y desde ahí algunos entran a escena nuevamente.


La obra de Ayn Rand es interesante y se ajusta a las  necesidades de la alfarería teatral para ir torneando a las futuras piezas del arte escénico, un trabajo que desde hace 30 años viene realizando Tomás Ceballos, quien lleva más de 100 obras dirigidas,  muchas de ellas con aprendices de actores en el elenco.


Sólo quedan dos oportunidades más para ver esa obra: este viernes 1 y el sábado 2. Las funciones son a las 7 de la noche, en el local de la Escuela Superior de Artes de Yucatán, ubicada en la antigua estación de ferrocarriles. El boleto tiene precio simbólico de $30. (Mérida Cultura).

lunes, 20 de junio de 2016

Que las penas no te detengan



Curar otras heridas para sanar el dolor propio, propuesta de Borba Teatro.



En su más reciente trabajo escénico el creador Nelson Cepeda Borda, director de la compañía Borba Teatro, trae una obra dirigida a los niños pero con mensaje universal y para todas las edades: la importancia de la empatía, entender los sentimientos de otra persona y reaccionar afectivamente en ellos.

Luis Yamá y Glendy Cuevas
Nos dice que debemos vendar heridas de otros, mostrarnos solidarios con su pena, darles consuelo y animarlos a superar las adversidades, esas compañeras de toda la vida que nos permiten ser mejores cuando las vencemos y aprendemos de ellas. “¡Arriba el corazón!”, es la frase que retumba en esta presentación que se ofrece cada domingo en el Centro Cultural Olimpo.

Esta obra  narra el encuentro de dos seres adoloridos, uno de ellos infantil y el otro adulto. El primero llora la pérdida de su muñeca, el segundo está enfermo, pronto perderá la vida. Este último acude en auxilio del primero, y cambio de ello recibe lo mismo que obsequió, solidaridad, estímulo para sobreponerse al calvario.

Otra lección de esta historia es que el dolor liberado del  egoísmo nos hace receptivos al suplicio de otros. La pena propia nos abre a la pesadumbre de los demás. El espíritu se ennoblece cuando nos sobreponemos al tormento propio para alegrar al que está en una cruz similar.

Con el nombre “Franz Kafka y la niña de la muñeca perdida” esta escenificación se basa en una historia tierna y sencilla. Estando enfermo, cerca de la muerte, Kafka se topa en el parque  con una niña que llora por haber perdido a su muñeca. Entonces la consuela, le dice que esta no  anda extraviada sino de viaje, y enviará cartas narrando sus aventuras. 
Durante dos semanas Kafka es el cartero cuyas misivas traen  andanzas, consuelo y, finalmente, alegría. La infante olvida su pena, su alma vuela y desde el alegre cielo le devuelve al  desahuciado cartero sus palabras:  ¡Ánimo, arriba el corazón!

El guion fue escrito por el cubano Salvador Lemis Pérez Franco, artista nacido en Holguín y nacionalizado mexicano. 
Este creador es licenciado en Artes Escénicas con especialización en Teatrología y Dramaturgia por el Instituto Superior de Arte de La Habana. 
Salvador Lemis
Posee maestría en Psicoterapia Colaborativa Posmoderna, ganó el Premio Nacional de Dramaturgia del Instituto Nacional de Bellas Artes y ha sido catedrático en UNAM y escuelas de enseñanza superior locales. En España hizo un curso en cinematografía, y en Cozumel fundó el Centro Cultural Ixchel.

Si bien la obra va dirigida a menores de edad, el texto tiene un segmento sobre Kafka que distrae a estos porque no lo entienden. Esa parte del guion va dirigido a los adultos que acompañan a los pequeños o que acuden a las funciones sabedores del buen trabajo que caracteriza a Borba Teatro.

Por ser una obra infantil, Nelson Cepeda alimentó  la imaginación de los niños incorporando a esta elementos lumínicos de videomapping diseñados por Luis Ramírez, un  experto en este tema al que siempre se recurren los teatreros cada vez que necesitan un buen trabajo al respecto.

El trabajo actoral recae en dos profesionales acostumbrados a la dirección de Nelson. Ellos son Glendy Cuevas (la niña) y Luis Yamá (Kafka). Hay además un personaje cuyo papel no está claro porque hace de mamá regañona, titiritero y mensajero del más allá.  Este trabajo  recae en Gabriel Moreno.

Nelson hace una pequeña aparición para comenzar  el relato. Es un cartero que reparte misivas entre las niñas y niños del público y entona una canción. Este ingenioso recurso genera inmediato interés hacia la narración. También permite apreciar que hoy día, cuando la comunicación se realiza vía internet y WatsApp, todavía hay infantes que saben qué es una carta.

Al igual que en todos sus trabajos, Borba Teatro realizó de nuevo una buena pieza contemporánea, con una historia interesante y bien planteada, con actores que ensayaron mucho bajo un director creativo para lograr ese objetivo final de toda labor escénica:  generar reacción en el público, la  cual en este caso fue conmoverlo.

Esta compañía teatral cumplió otra vez con el propósito que tiene trazado, el cual es conseguir el intercambio humano no sólo entre artistas sino también con el público, mediante un teatro “de provocación, vivo, urgente para un mundo con heridas múltiples…”

Detrás de escena colaboraron Gabriel Moreno Roche (diseño sonoro), Rosendo López (diseño espacial), casa Evans & Charm (vestuario), Gerardo Escamilla (ilustración), Eva Rosa Núñez Medina (maquillaje), Víctor González (arreglo coral en las canciones), Lola Tuzlop Fisher (entrenamiento corporal),  Cecilia Salerno (asesoría expresiva), Patricia Ostos  (asesoría en manejo del títere) y Laura Zubieta (elaboración  de la muñeca). También Martiza Figueroa y Paty Pérez (equipo técnico) y Raquel Fuentes y Juan Burgos Vallejo (asesoría de proyecto).



La próxima función de esta temporada es el domingo 26, a las 12 del día,  con boletos a $50 y $25. La siguiente etapa de presentaciones será en noviembre, los días 6, 13, 20 y 27. (Mérica Cultura).

Nota: las fotos fueron tomadas de internet, corresponden a la Dirección de Cultura del Ayuntamiento, al periodista Alejandro Pulido Cayon y a Salvador Lemis.    


viernes, 17 de junio de 2016

Ni fábula ni moraleja




Desnudar a la sociedad, incomodar y generar reflexión.

Es difícil que el cartel publicitario de una obra teatral refleje el contenido de esta y permita al público saber de antemano qué puede esperar del espectáculo. Los anuncios no tienen  esa función. Por ello es común que el espectador se sorprenda -en forma grata o no- y exprese: “no me lo esperaba”, una vez que ha visto la escenificación.

Nos tocó ver la función de despedida de “Fábula rasa”, el más reciente proyecto dirigido por Luis Ramírez, comunicólogo, documentalista, y especialista en animaciones, videomapping y otros  efectos lumínicos. 
Salimos del teatro con sensación placentera, vimos un trabajo seductor por los recursos usados para contar historias. “No me lo esperaba”, escuchamos decir a uno de los asistentes sorprendido gratamente.

Jair Zapata
A diferencia de las fábulas, ese proyecto teatral no tiene fin  didáctico, su intención es generar reflexiones sobre la violencia, la discriminación, la injusticia y la desigualdad. No hay moraleja sino cuestionamientos incómodos. Irrita nuestra conciencia al exhibir realidades perturbadoras de nuestra sociedad, esa comunidad que todos construimos con participación, indiferencia o complicidad.

Las sacudidas a nuestra moralidad se generan con historias  preparadas por el equipo actoral, de las cuales sólo una parte se exponen en cada función, a selección de alguno de los espectadores. (Para conocer todas las historias habría que ver varias veces la obra, pues en cada presentación las narraciones son distintas).

Erick Silva
El relato que sí está presente siempre es una comparación entre dos penínsulas distantes y aparentemente diferentes en sus conflictos sociales: Baja California y Yucatán. El primer cotejo es afirmar que en Tijuana hay violencia y en Mérida hay paz. Pero no es así. La exposición de historias reales, algunas incluso publicadas con grandes títulos en la prensa local, derrumban ese mito. Hay gente local que sufre violación de sus derechos humanos y también agresión violenta.

Los migrantes del interior del país que llegan al sureste yucateco atraídos por una tierra que mana leche y miel son quienes descubren esa realidad. Y entre lo primero que constatan es la desigualdad social generada en parte por una discriminación que no es por el color sino de clases. De un lado están los indígenas, los mayas pobres y explotados. Del otro se alzan los que consideran tener más genes españoles que los propios europeos.

Marysol Ochoa
Esta obra expone que el edificio de nuestro país tiene descompuesto el elevador social. Muchos no ascenderán nunca al piso deseado, permanecerán en el sótano. 
Lo anterior es parte de lo que muestra esta fábula contada en forma llana, sencilla, rasa, perturbadora. Cumple con generar inquietud en los asistentes, a los cuales pregunta si ayudarán a reparar el elevador y prefieren dejarlo como está. 

La trama se expone al público sentado en el escenario, no en las butacas. Estas últimas, vacías e iluminadas sugestivamente, son escena donde transcurre parte de lo que se cuenta. Este trastocamiento corresponde a la realidad social. Hay que poner las cosas al revés para verlas bien y componerlas.

En  la obra, estrenada en noviembre de 2015, se recurre además a una máquina tragamonedas, una pantalla con proyecciones que refuerzan los planteamientos, y a objetos rodeando a los actores. Estos últimos están ligados a las historias que se contarán durante la escenificación.

Además de Luis Ramírez, en este trabajo escénico participan Erick Silva –al parecer es psicólogo y tijuanense-, en quien recayó la dirección escénica. Además están el chiapaneco Noé Morales Muñoz, autor de la dramaturgia y asesor escénico, y María José Pool, asistente de dirección.


Los actores son, además de Erick Silva, Marysol Ochoa Acuña y Jair Zapata. 

En ellos tres recayó la tarea de recalcar que todos los personajes de las narraciones ahí contadas están conectados. Lo mismo ocurre en la sociedad, los individuos no están aislados. Toda la humanidad está enlazada, esta es una verdad rasa, llana.  Esa es la moraleja de esta fábula. (Mérida Cultura)

martes, 14 de junio de 2016

A escena el funesto poder político



Extravagante versión de una obra escrita hace un siglo



Los malos políticos y los apáticos ciudadanos hicieron de la política un asunto  grotesco, execreable, canallesco, tal como consta en México. Si esta realidad es lo que intenta mostrar la versión de la obra “Ubú Rey” que se viene presentando en esta ciudad, entonces los actores de esa escenificación y quien los dirigió consiguieron ese objetivo.

El montaje,  el vestuario, las formas  narrativas y el lenguaje utilizado en ese trabajo apuntan a ese propósito. Sirve además para recordar al público que esa dramaturgia sobresalió en su tiempo -hace más de un siglo- precisamente por ese atrevimiento innovador de su autor,  el excéntrico novelista  y poeta francés   Alfred Jarry.

Los líderes  -malos la mayoría- surgieron en este mundo desde que la pereza y falta de voluntad de algunos hizo que necesitaran un  guía. Y el mando se descompuso con más rapidez que una barra de matequilla expuesta al sol de un verano yucateco. 

La literatura universal es abundante en textos que muestran lo vil, repugnante y amoral del  poder desvirtuado. Ubú Rey es uno de ellos, es la versión en sátira de la traición y ambición inmoral descrita en Macbeth,  una de las obras más conocidas de Shakespeare.



La historia narrada en Ubú Rey parece un lugar común hoy día debido a la cantidad de veces que ha sido contada con variantes: El capitán de un ejército, incitado por su esposa, usurpa el poder asesinando al rey y establece un gobierno tan tirano como corrupto. El hijo sobreviviente del monarca obtiene ayuda militar de otro país para expulsar al impostor, quien pierde la guerra y huye en un  barco.

La versión que se está presentando en Mérida de esa obra es una creación singular, de aspecto surrealista, muy moderna, exploró  la originalidad en  todos sus elementos, incluso incorporó tintes locales en el guion.  Se  eliminó la música –excepto la simbólica flauta usada por los actores-, hay  escaso apoyo lumínico, se recurrió a títeres de calcetines y prescinde de escenario.

Los nueve integrantes del elenco hacen gran  esfuerzo físico porque está en movimiento constante, trabajan junto al público  que los flanquea, en ocasiones casi lo tocan. Debido a que el vestuario es el mismo en todos ellos –las diferencias son mínimas- la identificación de  los personaje que representan dependen de su habilidad histriónica. La gesticulación y el movimiento corporal  son  desbordantes.

El modo en que la obra se presenta es estridente, el volumen de la voz y de los golpes en el piso es desmesurado para el espacio tan pequeño donde ocurre esa representación. Eso impide entender los diálogos y conocer el argumento.  Al no comprenderse el relato no surge en el público interés en la historia ni se genera el consiguiente suspenso. En el espectador no hay excitación por conocer el desenlace. En la presentación a la que asistimos hubo incluso quien bostezó.

El esfuerzo del grupo teatral –estudiantes que terminan carrera de actuación- por ser originales y agradar al público está presente incluso en  los programas de mano, cortados en forma de corona que los asistentes  se colocan en la cabeza. En la entrada del teatro se montó una exposición sobre los preparativos de esa obra. La gente puede hojear el  guion, los apuntes de los estudiantes, las  fotos del ensayo, los materiales usados y otros elementos más.

Ubú Rey comenzó sus presentaciones el pasado día 9 y las concluirá el próximo 18 del presente, todas ellas en el Foro Alternativo “Rubén Chacón”, y con boletos a precio simbólico: $30. Es una práctica escénica de nueve estudiantes, dirigidos por uno de sus profesores, el maestro cubano Alcibíades Zaldivar.


Integran el reparto Richard Roig Moguel, Eunice Celis, Jazmín Vázquez, Eleazar Estrella, Jesús Cocom, Carlos Tenoch Molina, Ariel Braga, Dony Can y Aarón Argáez. Todos ellos serán ahora graduados en teatro. Quizá alguno se convierta en rey del  escenario. (Mérida Cultura)

jueves, 9 de junio de 2016

Obra vigente desde hace 119 años



El  cuerpo es eje expresivo primordial de Ubú Rey



Nueve estudiantes que terminan su carrera de actores eligieron para graduarse un  melodrama francés estrenado en 1896, cuando no se había inventado la televisión y en muchas partes del mundo se ignoraba que ya existía un aparato llamado teléfono. Esta obra es Ubú Rey, una de las precursoras del surrealismo  y el teatro del absurdo.

En ella se expone aspectos viles del poder político y decisiones ruines ligadas al gobierno. Pero también es una reflexión sobre la libertad y la esperanza.

Ubú Rey fue escrita por el dramaturgo francés Alfred Jarry, y llega a Mérida bajo la dirección del maestro cubano Alcibíades Zaldivar, profesor de la Escuela Superior de Arte de Yucatán (ESAY), quien ofreció su guía pedagógica a los  nueve participantes de esta escenificación: Eunice Celis, Jazmín Vázquez, Eleazar Estrella, Jesús Cocom, Carlos Tenoch Molina, Ariel Braga, Dony Can, Aarón Argáez y Richardo Roig Moguel.

La obra se estará presentando en el Foro Alternativo “Rubén Chacón” en diez funciones, a las 8 de la noche, con un precio simbólico del boleto ($30)  pero con cupo limitado en cada ocasión.   

En una entrevista, Alcibíades Zaldivar dijo que desde el estreno de Ubú Rey, en diciembre de 1896, en el Théâtre de l'Oeuvre, ha hecho vibrar a los asistentes, según se indica en un boletín de la ESAY.

El artista antillano, becario del Fonca y fundador de Raqua Teatro, agregó que hasta la fecha esa dramaturgia mantiene su impacto en el arte y la cultura, en particular en los vanguardistas del siglo XX.  Esta fue la razón por lo que fue elegida para la práctica final de los nueve egresados de la Licenciatura en Teatro. Es una actividad académica en la cual se refleja el trabajo de todos los profesores del ramo y lo que aprendieron los estudiantes a su paso por la ESAY.

El boletín agrega que para montar Ubú Rey, el director de la obra investigó “sobre la actoralidad a través de la farsa y el melodrama, y apostamos al cuerpo total como eje expresivo primordial en virtud de una teatralidad del juglar posmoderno, en espacio vacío, los estilos, tonos, culturas fueron motores pedagógicos en este viaje”.

Zaldívar expuso que la obra la historia del Padre Ubú, quien, impulsado por su ambiciosa esposa Madre Ubú, asesina a su protector, el rey de Polonia, y a casi toda la familia de este a fin de robar sus estados.

Tras un breve triunfo, en el que ejerce un reinado de corrupción y despotismo llevados hasta el absurdo, Padre Ubú es derrotado por las tropas del zar de Rusia, que acude en apoyo de Bravilao, único hijo sobreviviente del rey asesinado y quien es instaurado en el trono.

-A través del desenfado, la provocación, la burla y la reflexión sobre la libertad, los poderes, las traiciones y las esperanzas, la historia nos muestra que hay que aprender a convertir el obstáculo en creación –señaló el maestro Zaldívar, quien ha presentado obras en  Polonia y Alemania.

En esta puesta en escena también  colaboraron Marlene Bustos Gómez  (asesoría histórica), Nidia Medina Carrillo (dirección musical), Carlos Castro (entrenamiento corporal), María Eugenia Guerrero (montaje vocal) y la casa Evans & Charm (vestuario).


También, Eddu Crespo (peluquería), Gabriela Aguilar Nájera (realizó los títeres usados en escena), Arathy Fernández Mendiburu  (diseño de utilería), Manuel Araiza (iluminación), Ulises Vargas (asistente de producción) y Nara Pech (asistente de dirección).

Nota:  las fotos fueron difundidas por la ESAY. 

sábado, 7 de mayo de 2016

Una traición que recordaremos



Buen montaje de una muy representada obra.



Al actor y director teatral Francisco Solís Muñoz se le aplaude no sólo sus trabajos escénicos sino su empeñoso esfuerzo por impulsar el  teatro local mediante la fundación del Foro Alternativo “Rubén Chacón”, una necesaria, fatigosa tribuna que llenó un agujero no atendido por las autoridades culturales.

Otro de los proyectos que ha realizado este creador fue llevar obras teatrales al interior del estado para  impulsar la actividad cultural en los municipios, en particular las artes escénicas. Puso un ladrillo a un importante edificio que falta construir fuera de Mérida.

Según nos dicen, hace una década Francisco Solís dirigió también  durante un par de años un proyecto de teatro escolar en Yucatán. Esta es una tarea que hoy día realiza la talentosa actriz Silvia Káter, la cual ya implantó récord en esa loable, afanosa tarea.

Francisco Solís es egresado de la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBA, hace mucho que bajó del carro de la actuación y decidió empujarlo. 
Desde principios de los años 90 es director teatral, fundó la compañía Teatro del Sueño, con la cual ya participó en festivales nacionales y se presentó fuera del país. Años atrás, con la obra “La muerte del abuelo”, hizo una pausa en la tarea de dirigir y pisó de nuevo las tablas, lo cual, hasta donde sabemos, no ha repetido.

Ahora Francisco tomó nuevo impulso en el quehacer de conducir montajes, acaba de terminar la maestría en Dirección Escénica, en la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY), y como parte de esto presentó la obra “Traición”, vieja y exitosa dramaturgia del británico Harold Pinter, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2005. 

Las funciones -este sábado fue la última-  se  realizaron en el foro que él fundó hace casi cuatro años en un  rincón del histórico pero desvencijado edificio donde funciono la penitenciaría “Benito Juárez”.

(El Foro Independiente “Rubén Chacón” sufre desde 2015 el  boicot de la indiferencia oficial. Ante el peligro de derrumbe en  la entrada principal de la ex penitenciaria “Benito Juárez” fue clausurado ese acceso, de modo que desde entonces el incómodo ingreso al descompuesto edificio es por la parte posterior) 

Alejandra Argoytia.
Para esta complicada puesta en escena, debido al singular estilo del innovador Pinter, se convocó a tres actores que llevan años solidificando sus carreras.  Dos de ellos son Víctor Belmont y Alejandra Argoytia, viejos compañeros de escena del  director pues estuvieron juntos hace tiempo en  la obra Los  Enemigos. En ella, Francisco y Alejandra participaron como actores, y Belmont se encargó de la puesta en escena. El tercer colaborador es Miguel Angel Canto.

Miguel Angel Canto.
Otro elemento de ese esfuerzo fue una construcción especial para ofrecer ese montaje, con un escenario de cuatro puertas que incorpora a los espectadores,  no hay barreras entre estos y los actores. 
La presentación es larga, de unas dos horas, la obra se dividió en unos ocho o diez cuadros, con igual número de cambios de escenografía y vestuario.
A pesar de esas pausas, lo extenso de la función y la compleja exposición de esa dramaturgia –la historia empieza por el final- se mantiene el interés y se goza con las actuaciones.

Víctor Belmont.
“Traición” aborda el tema de la infidelidad conyugal, en un triángulo cuyos protagonistas son personas exitosas profesionalmente pero fracasados en su relación  marital. La obra expone las concepciones que cada una de ellas tiene sobre el matrimonio, la familia, el  amor, la amistad y el engaño al cónyuge. Muestra también que esa doble relación es llevada de distinta forma por los involucrados, para la mujer es mucho más que una aventura, en su caso hay fuerte ingrediente sentimental.

La dificultad para entender el desarrollo de este melodrama radica en que la obra comienza con el final de la historia, y esta va para atrás hasta llegar al inicio, al momento en que surge esa atracción entre los infieles y estos deciden traicionar a sus parejas. 
Pero hay momentos en que el relato va para adelante y de nuevo retrocede. Hay que tener esto en cuenta para comprender las palabras que Pinter pone en los protagonistas mediante diálogos frugales durante las distintas fases de la historia, la cual transcurre durante muchos años.

La producción de “Traición” estuvo a cargo de Hortensia Sánchez, la escenografía y la iluminación fue de Manuel Araiza, y la música de piano a cargo de un artista cuyo nombre no figura en el programa de mano.


Los tres actores que eligió Francisco Solís consiguen ofrecer al público el disfrute estético del teatro. Su trabajo nos lleva a desear el apoyo para que el Foro Alternativo “Rubén Chacón” siga siendo el muelle desde donde distintos grupos teatrales nos suben al barco donde se disfruta el sueño de las artes escénicas.  (Mérida Cultura).