Interesante obra para una práctica escénica
Durante muchos años Tomás Ceballos Campos ha realizado
trabajo de alfarero teatral. A sus manos llegan distintos tipos de arcilla con
propiedades particulares que él debe procesar para que puedan convertirse
en objetos utilitarios, piezas
artesanales u obras de arte.
El terreno teatral es similar a los suelos arcillosos, estos son abundantes pero no todos sirven
para la alfarería. Hay barro que en su estado natural muestra a simple vista
sus cualidades. Otros, en cambio, son valorados por atributos peculiares como
su color, porosidad, plasticidad o
comportamiento en el horno que exhiben
al ser procesados.
En la Escuela Superior de Artes de Yucatán, donde Tomás
Ceballos es profesor de teatro, hay esas diferentes vetas de barro cuyos rasgos
se observan cuando son ellas son expuestas ante el público, lo cual ocurre a
partir de que los estudiantes navegan en el aprendizaje del realismo escénico.
En esa etapa asoman las peculiaridades que puede llevar a
los jóvenes a ganar batallas en las
artes escénicas. Pero antes de ser colocados en el torno del ceramista es
necesario retirar las impurezas minerales mediante ejercicios en las tablas.
Esto es lo que viene haciendo Tomás Ceballos desde el pasado
día 23 de junio con un grupo de alumnos del cuarto semestre de la Licenciatura
de Teatro con los cuales montó la obra “La noche del 16 de enero”, un drama de
la escritora Ayn Rand, autora judía rusa pero nacionalizada estadounidense,
nacida a principios del siglo pasado y fallecida hace 33 años.
Ese montaje es parte de las prácticas escénicas a las que
deben someterse los muchachos a esa altura de la carrera. La historia de esta obra se desarrolla en una
corte neoyorquina donde es sometida a juicio una mujer, secretaria de un
magnate que se suicidó lanzándose desde las alturas de un lujoso edificio de
apartamentos. Las investigaciones arrojan que en realidad fue un asesinato, y
la principal sospechosa es la auxiliar.
Durante el proceso judicial las conjeturas se amplían hacia otros protagonistas. Varios testigos desfilan
para dar su testimonio ante un jurado formado por parte del público. Estos asistentes son
quienes deciden al final de la presentación si la acusada es inocente o
culpable.
Ese elemento de la obra es interesante. Habría que ver todas
las presentaciones para conocer cuáles fueron las resoluciones de los distintos
jurados. Y saber además si el resto del público coincide con el veredicto de
quienes fungen como jurado.
La obra es prolongada, hay que estar pendiente de todo lo
que ocurre en la corte pues el desarrollo de la historia lleva por varios
caminos. Hay recursos escénicos para impedir que el público se distraiga y
pierda interés.
Casi todos los actores tienen papeles breves. Es un escaso
tiempo en la escena que sin embargo basta para que cada uno muestre de qué
arcilla están hechos. Ese es el reto, aprovechar ese breve espacio para
convencer a sus tutores y al público sobre sus futuras posibilidades
histriónicas.
El actor que mayor tiempo permaneció en escena es Irving
Chan, así lo exige su papel de fiscal a cargo de interrogatorios y alegatos. En
segundo lugar, en cuanto a lapso de intervenciones, corresponde a las jóvenes Siled Rodríguez y
Frida Echeverría, quienes se alternan en
el papel de abogada defensora.
Los otros integrantes del elenco con Merly Martell, Yaimy
Mendoza, Andrea Fajardo, Rubí Pineda, Daniel Burgos, Luis Solé, Edgar Estrella,
Cossette Daniela, Rubí Pineda, Andrea Fajardo, Adrián Segura, María Cantarell,
Cristian Chim, Jesús Padrón y Rafael Manríquez. Casi todos ellos se sientan
entre el público una vez que terminan
sus intervenciones, y desde ahí algunos
entran a escena nuevamente.
La obra de Ayn Rand es interesante y se ajusta a las necesidades de la alfarería teatral para ir
torneando a las futuras piezas del arte escénico, un trabajo que desde hace 30
años viene realizando Tomás Ceballos, quien lleva más de 100 obras
dirigidas, muchas de ellas con
aprendices de actores en el elenco.
Sólo quedan dos oportunidades más para ver esa obra: este
viernes 1 y el sábado 2. Las funciones son a las 7 de la noche, en el local de
la Escuela Superior de Artes de Yucatán, ubicada en la antigua estación de
ferrocarriles. El boleto tiene precio simbólico de $30. (Mérida Cultura).
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