Con una obra teatral seis muchachos dejan la universidad y comienzan sus carreras en las tablas.
En Yucatán han nacido ocho nuevos actores.
Los vimos surgir en el comienzo de las presentaciones de la obra “Gente de Razón”,
una singular forma de plantear ideas sobre cómo habrían sido las dos visiones
–la españoles e indígenas– que se dieron sobre la conquista de esta
tierra hace 500 años.
Esos intérpretes son todos jóvenes que
terminan su licenciatura en la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY). Su
participación en ese proyecto escénico es su examen final, su graduación. Con
calificaciones satisfactorias concluyen sus estudios y comienzan, con buen pie,
sus carreras en las tablas.
En esta ocasión además de hablar de esa obra,
escrita especialmente para ellos por el dramaturgo, actor y director teatral
José Ramón Enríquez, se justifica resaltar el trabajo de estos universitarios,
los cuales consiguieron caracterizaciones aceptables de sus personajes y una
actuación firme, convincente en la mayoría de los casos.
Marcos Gan y Genaro Payró abren esa obra, el
primero de ellos en el papel del indígena
Tenamaztle y el segundo en las botas del cruel Pedro de Alvarado. Los
dos representan el antagonismo entre dos culturas, dos formas de ver el mundo,
de concebir la vida. En la lucha por conquistar y evitar ser conquistado hay
triunfos y derrotas en cada bando.
Después toman la escena Erick Silva (un alto,
desgarbado e infiel reportero) y Lucía Rojas Aquiles (una fotógrafa, pareja del
primero, al cual domina y perdona sus traiciones amorosas).
Se agrega posteriormente Efraín Vaaz, en un
adecuado papel de fray Felipe Xiu, un fraile dominico de origen indígena al
cual recriminan haber dado la espalda a su raza y unirse al opresor. Pero este
se defiende exponiendo los argumentos de su fe, señalando las acciones
positivas de esa congregación a favor de las etnias locales pero también
reconociendo errores en ese trabajo.
Se le unen Casandra González Medina,
interpretando a Maruca Enríquez de Lara,
una ambiciosa y superflua dama que recurre a su escendencia real para
considerarse con atributos para implantar otra vez la monarquía en México, con
ella a la cabeza. Por su parte, Liliana He Sant da vida a la rebelde indígena
Tecuixpo, la cual defiende orgullosa su raza y lanza acusaciones contra los
invasores ibéricos.
En ese enfrentamiento de argumentos participa
Carlos Farfán Espínola, en el papel de Fray Bartolomé de la Casas, personaje
histórico que en esa obra es exhibido con sus cualidades y defectos, sus
aciertos y errores tremendos.
En el desarrollo de la obra hay burlas hacia
el sistema político actual del país, señalamientos a la corrupción en políticos
y partidos, y los abusos que permanecen
contra la población indígena.
La trama de Gente de Razón no es sencilla de
entender porque su actor mezcla aspectos históricos con situaciones actuales,
juega con los personajes nacionales y locales de la conquista, los hace debatir entre ellos, intercambiar ideas
con la sociedad actual e incluso recriminar al dramaturgo. Habría que regresar
a los libros del colegio para ponerse al día con esa parte de la historia de
México y captar mejor los mensajes de la obra.
En ella se alude a Moctezuma, Pedro de
Alvarado, Tutul Xiú, Bartolomé de las Casas, el desaparecido pueblo de los
caxcanes de Zacatecas y su líder Tenamaztle. Para traerlos a escena la trama
se desarrolla en un convento abandonado en España donde reposan los fantasmas
de esos personajes. A pesar de esa complicación resulta
entretenida por las actuaciones, las proyecciones de Luis Ramírez y los
recursos teatrales utilizados por el maestro José Ramón Enríquez. Esta
escenificación se ofrece cada miércoles en el Centro Cultural Olimpo, los
boletos cuestan $50 y $25. (Mérida Cultura).
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