Luis Yamá Calvillo es un actor y director que se inclina por
el teatro expresionista y que gusta de las corrientes escénicas rusa, alemana y
latinoamericana surgidas durante guerras, crisis y cambios políticos y
sociales.
Este artista considera que en esas dramaturgias hay mensajes que son
vigentes hoy día y que retratan en parte a la humanidad actual.
Quizá por esa razón decidió ofrecer en esta capital una
pieza que sigue esa dirección, es un
montaje que aborda la enfermedad social de este milenio: la vida superficial.
En ese
reino moderno el individualismo ocupa el trono. La banalidad y lo
intrascendente son los valores de la corte. Los héroes y los modelos a imitar son los corruptos, los
asesinos y los fatuos que nadan en dinero. No importa cómo estos hayan conseguido sus
fortunas, ser millonarios basta para que sean admirados y envidiados.
La obra teatral en cuestión lleva el nombre de La Grande Enquête de François Felix Kulpa,
y es traducida al español como La Gran
Investigación del Inspector Félix Kulpa. Fue creada por Xavier Agnan
Pommeret, escritor y dramarturgo galo fallecido en 1991.
En ese extenso trabajo se denuncia lo vano de la sociedad
contemporánea y la imbecibilidad del sistema político. En su tiempo, el autor advertía que una sociedad vacía e
indiferente se acercaba a la vuelta de la esquina. Una comunidad global guiada
por el consumismo estaba a punto de despertar.
La obra original consta de 72 escenas, pero Luis Yamá hizo
una adaptación reduciéndola a 19. La función dura dos horas, rebasa en mucho a
lo que el público local está acostumbrado en las presentaciones teatrales de
esta plaza.
La historia gira en torno a una esposa infiel que convence
al amante de asesinar al cónyuge y culpar del crimen a un activista social que
dirige un movimiento para cambiar el régimen político. La mujer no tiene
escrúpulos, extiende sus amoríos al detective que investiga el caso, a fin de influir en él.
Durante el juicio el
sistema –la sociedad– condena al inocente y ensalza a la culpable.
La obra está dirigida a público adulto. Tiene escenas duras
para mostrar la depravación sexual. Ese tono violento está presente en el
desarrollo de todo el montaje. Y es
remarcado por las luces, el sonido, el vestuario, la escenografía y los
recursos dramáticos de los ocho actores en escena. Con ello se
expresa soledad, miseria, ambición, dolor, amargura e injusticia.
La música utilizada es heavy metal, y se eligió al que quizá
es el gran representante de ese género: el grupo alemán Rammstein, banda surgida en 1994 y
que vendió más de 35 millones de copias de sus discos.
La letra de las
canciones de Rammstein se ajustan bien a
la obra porque parte de ellas abordan distintas caras de la violencia, entre
ellas el sadomasoquismo, el incesto y la
violación. Música ruda para un tema rudo. Alguien dijo que el idioma alemán es
el lenguaje de la furia.
Como parte de la escenografía hay una pantalla donde se lee
la traducción de esas canciones, lo cual fue atinado pues esos textos refuerzan
lo que se observa en el escenario. Sin embargo, el volumen del sonido resultó
excesivo, con frecuencia impidió
escuchar y entender a los actores y conocer la trama de la historia.
Habrá espectadores a los que esta obra les resulte desagradable, irritante y repulsiva. Pero consideramos que esta es la intención
del autor, advertir que así es como él ve a la sociedad actual. Por tanto, su llamado es a rechazar
ese camino y cambiar el modelo actual deshumanizado.
Este montaje teatral se estrenó la semana pasada en el
Centro Cultural Olimpo, donde tuvo corta temporada de cuatro funciones. Se anunció otras dos
temporadas más antes de que finalice el año.
La preparación de la obra, según explicó Luis Yamá,
requirió seis meses de trabajo.
Por falta de programa de mano no sabemos los nombres de los
integrantes del elenco, pero reconocimos a María Daniela Ramírez (“Danis
Pasion”) y Raúl López (“Rulo YD”).
Al parecer, los que llevan los papeles
principales son Esmeralda Tercero y
Carlos Farfán. El propio Luis Yamá interviene como actor.
Todos ellos provienen de distintas compañías teatrales y se
unieron para este proyecto que puede
resultar polémico, interesante o detestable, según cada espectador. Hubo
quien abandonó la obra a media función. Pero otros aguardaron expectantes cada
escena para conocer el desenlace.
(Mérida Cultura)
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