Diez actores dirigidos por Juan Ramón Góngora ofrecen suculento bocado de teatro contemporáneo
En estos días está en cartelera por segunda
vez en casi 60 años “Alrededor de las anémonas”, una de las primeras obras
teatrales de Juan García Ponce en la que el autor dibujó el rompimiento entre
aquella Mérida con características del siglo XIX y la nueva sociedad que surgía
con costumbres distintas, escandalosas para muchos.
En esta puesta en escena que se ofrece en el
teatro La Rendija bajo la dirección de Juan Ramón Góngora Alfaro, los adultos
mayores que asisten a verla recuerdan esa época de su niñez y, a su vez, el
público juvenil atisba en la vida de esa generación para
comprenderla, saber de dónde provienen y así distinguir entre las influencias
externas y las raíces propias que conforman el modo de vida actual.
Además, esta obra llena de humor está
dirigida a los amantes de este género de teatro contemporáneo que gustan de
buenos proyectos y de actores consolidados. En este caso la conocida actriz Eglé
Mediburu obsequia a los espectadores un buen trabajo en las tablas. Ella
comparte ese reto con la también querida Conchi Roche, directora de La
Farándula, esa compañía que hizo disfrutar a muchos con sus montajes clásicos y
experimentos escénicos que llegaron a teatros, calles y parques.
Hace mucho ambas actrices montaron por primera vez esta obra de García Ponce, y ahora la repiten bajo la guía del actor y
director Juan Ramón Góngora, quien tuvo la tarea de conducir al reparto de diez
personas en escena, cinco de ellas adolescentes y jóvenes.
La historia que se narra en “Alrededor de las
anémonas” transcurre en la Mérida de los años 50, el autor sitúa los hechos en
aquella ciudad en la que todavía no llegaba la televisión en blanco y negro, no
existía el agua potable, las familias viajaban en ferrocarril al puerto de Progreso
y el boleto de autobús costaba 15 centavos. Los domingos lo común era ir a misa
y después a los cines Rialto, Novedades, Colón, Encanto, Alcázar, Olimpia, Cantarell y otros más ya
desaparecidos. La llegada de los circos era un acontecimiento.
En ese tiempo la ciudad no era tan grande.
Había una caballeriza en lo que ahora es el Club Campestre, esa zona casi
estaba en los límites de esta capital. Los delincuentes eran recluidos en la vieja
penitenciaría Benito Juárez, a unos pasos de donde las familias y niños
convivían en el Parque del Centenario.
No había supermercados, las familias
compraban en el Mercado Grande, Los Portales y los sitios de abasto popular de
los antiguos barrios.
En esa Mérida todavía existía la Sidra Pino,
la gente combatía el calor con talco Las Dos Caras, los taxis aún no
desplazaban totalmente a las calesas en los servicios a colonias cercanas al
Centro Histórico, y en muchos rumbos eran
comunes las imágenes del carbonero, el aguador y el chivero.
Esa era la sociedad en la que el rock and
roll irrumpía como vendaval para romper cadenas y anunciar cambios grandes en
la forma de vida. Las personas adultas se resistían a dejar costumbres que los
jóvenes rechazaban. Lo que para aquellos era inmoral, vergonzoso y preocupante
era considerado irrelevante y sin cuidado para las nuevas generaciones.
Eso es
lo que plantea y muestra esta obra teatral.
En este relato vemos a dos hermanas, una
soltera y otra una casada y viuda que viven juntas para acompañarse. Ellas son
el centro de los acontecimientos, alrededor de estas flores del viejo jardín
social se suceden los hechos. Ligadas a ellas hay un niño, cuatro adolescentes
y un matrimonio con problemas de infidelidad cuyas vidas sirven para mostrar
ese cambio de época y las nuevas formas de pensar y conducirse.
En estas presentaciones hay tres papeles en
las que se alternan sendas actrices. En uno de ellos compiten Madeline Lizama
“Candita”, conocida actriz del teatro regional yucateco, y Yatzaret Castillo,
directora de la compañía “Por qué no? Producciones”.
El personaje que a ambas les toca
presentar está poco tiempo en escena, pero les da mucha posibilidad de lucir su
actuación. Nos tocó ver la versión con Yatzaret Castilo, y consideramos que causó buena impresión en el auditorio.
Guadalupe Sagredo y Xhaíl Espadas también se
alternan, y lo mismo hacen Mariana Pacheco y Arantxa Herrero Buenfil. Los otros
integrantes del elenco son Joaquín de la Rosa Espadas, Adriana Lizama, Damián
González, Tony Baeza y Raúl Uranga. Todos ellos, unos más que otros, son justos
propietarios de los muchos aplausos que el público ofrece a este proyecto
La producción de esta nueva versión de la
obra corresponde a Eglé Mendiburu, la cual también lleva el mayor peso del
trabajo de actuación. Ella es la que más intervenciones tiene, se mete en su
papel, su concentración no es rota ni por el calor del improvisado teatro que
la hace sudar.
Junto a ella, con la naturalidad que dan la experiencia
y el dominio de la escena, Nancy Roche nos muestra a una hermana soltera pero que
no se siente sola, es divertida, está entusiasmada con la vida y es tolerante
con los cambios sociales que ve venir. Para ella no todo pasado fue mejor ni
todo futuro será peor. (Mérida Cultura).
Las funciones de “Alrededor de las anémonas” son
los viernes (9 de la noche) sábado (8) y domingo (7). Los boletos son a $150
pero hay promociones para que obtengas descuentos.
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