Veterano director conduce a jóvenes hacia la exitosa presentación de una obra ganadora de premios nacionales y extranjeros.
Hace unas dos semanas alumnos de la Escuela
Superior de Artes de Yucatán (ESAY) estuvieron presentando la obra teatral Los
Desarraigados. No sabíamos si se trataba del premiado trabajo del escritor
Humberto Robles Arenas o de otra producción con el mismo nombre. Pero nos
atraía el sello de la envoltura: dirección de Tomas Ceballos, un nombre que es
sinónimo de oro de 14 kilates.
La noche de ayer miércoles pudimos disfrutarla
en el teatro Daniel Ayala, en el marco del Festival Wilberto Cantón. Confirmamos que, efectivamente, se trata del drama que Robles Arenas escribió
en los años 50 para exponer por primera vez ante la conciencia nacional la
tragedia de los migrantes mexicanos establecidos contra su voluntad en Estados
Unidos, una tierra donde son rechazados, viven en un ambente de discriminación oculta.
Los Desarraigados es una obra con galardones nacionales
y extranjeros, ha sido llevada al cine y se ha traducido a varios idiomas para
su presentación en el extranjero.
Expone la historia del matrimonio formado por Pancho y
Aurelia (Zaab'di Hernández y Jazmín Vázquez) que huye de la revolución y se
establece en la vecina nación, donde nacen parte de los cinco hijos que tienen.
Dejaron su país pero no sus costumbres ni el amor por la tierra, la añoranza por
regresar es permanente. A esto se agrega que no se cumplió su expectativa de que en la Unión
Americana tendrían prosperidad económica, adaptación a la sociedad anglosajona
y un futuro mejor y feliz para los retoños.
Por el contrario, dos de los hijos son
llamados al servicio militar, donde mueren, y de los tres que quedan uno
termina en la cárcel por lío de drogas, otro busca estabilidad tras recuperarse
del alcoholismo y la más pequeña se avergüenza de su raza, quiere ser
estadounidense y su mentalidad materialista la lleva al espejismo de creer que
podrá casarse con un “gringo”.
Otra migrante mexicana llega por azar a este
convulsionado hogar llevando esperanza de que el menos un aspa del molino de
esa historia gire en sentido contrario.
Como ya dijimos, el elenco de esta
representación lo componen estudiantes avanzados de la ESAY. Estos muchachos
sorprendieron gratamente al llevar con éxito el papel que correspondió a cada
uno de ellos. Resultaron barro de buena calidad en las expertas manos del
artesano Tomás Ceballos.
En particular sobresale el trabajo de Zaab'di
Hernández, a quien correspondió romper el nudo de la trama y exponer el
desenlace de esa obra dividida en tres partes.
Jazmín Vázquez satisface en el papel de la
sufrida, resignada y devota mujer mexicana que a mediados del siglo pasado sólo
tenía una forma de ejercer sus funciones de madre y esposa.
Arialice Can es la rebelde hija menor,
demostró que no pierde el tiempo en las aulas de la ESAY, sabe actuar. Lo mismo
ocurre con Richard Roig, quien cargó con
la representación de Joe, el hijo mayor, mecánico de oficio y enamorado de
Elena, la atractiva joven mexicana que irrumpe en ese hogar mexicano como rayo
de luz. Este papel correspondió a Zuleyma Leal, actriz con buena voz y atractiva
presencia escénica.
No logramos averiguar los nombres del resto
del electo. Desde la pasada administración estatal la Secretaría de la Cultura
y las Artes (Sedeculta) no invierte en programas de mano, nos preguntamos qué
hace esa dependencia con nuestros impuestos.
Este montaje de Los Desarraigados logró
generar sensaciones en el público, el cual aplaudió todas las bajadas del
telón.
Parte de los asistentes esperaba ver escenas cómicas del típico teatro
“regional”, por ello tradujeron como tales cuadros que en realidad son dramáticos.
Sus risas en momentos inoportunos exigen que obras y actores como los que vimos
anoche se multipliquen para educar a ese público mal acostumbrado por la
televisión a consumir parodias de mala calidad. (Mérida Cultura).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario