lunes, 7 de septiembre de 2015

El fascinante teatro de Conchi León



 

 

 

Concluyó la temporada de su más reciente trabajo, un montaje perturbador e inolvidable.


Estrujante y conmovedora, así es la obra “Del manantial del corazón”, última obra salida del talento de la actriz, dramaturga y directora teatral Conchi León.

Esta puesta en escena también es un buen montaje teatral con encomiables actuaciones. Posee abundantes elementos rebosantes de simbolismos, y hábiles recursos escénicos para desarrollar la representación a centímetros del público, rodeado de este, en un contacto íntimo y haciéndolo partícipe de la trama.


Y qué decir de los textos. Conchi León tiene una vena poética que usó para embellecer el guion de este drama basado en hechos reales y que nos muestra a mujeres indígenas en uno de sus aspectos de su dolorosa vida: la gestación, el alumbramiento y la maternidad, ocurridos en medio de creencia populares de la zona rural que las mantienen sometidas y sufrientes.
Las frases literarias usadas en esta obra con como flores emergiendo en el basurero de la injusticia. Hay un contraste hiriente entre el canto de las palabras y lo que denuncian estas. 

“Del manantial del corazón” es un trabajo de antropología teatral que trae a escena las desgracias y dolores a las que están sometidas las mujeres de comunidades mayas donde todavía perviven creencias machistas mezcladas con la ignorancia y el sometimiento femenil. En esta obra, que pinta muy bien aspectos del panorama cotidiano de los poblados campesinos, el público ríe, sufre, disfruta y aprende.

Nos tocó la suerte de poder asistir a la última presentación de este proyecto, en su temporada en el Centro Cultural Olimpo. En esta ocasión hubo gente que no pudo ingresar al teatro para presenciar este trabajo porque, al igual que todas las funciones ofrecidas, el espacio disponible para el público estuvo limitado a poco más de 40 personas. A falta de sillas, parte del público se sentó en el piso.

Los asistentes salieron del espectáculo no sólo satisfechos por la obra sino también agradecidos por esa experiencia de presenciarla en el escenario, donde se acomodaron los asientos, alrededor de las tres actrices centrales de este drama. 
Otra vivencia más para los espectadores es la intervención de estos en la ceremonia del Hetzmek, ese rito maya que todavía practican muchas comunidades indígenas para desear el bebé toda suerte de cosas buenas en la vida y señalar simbólicamente las responsabilidades que le tocarán de acuerdo con su sexo.


En esta obra hay que resaltar la actuación que tuvo Addy Téller en un estremecedor pasaje. Esta actriz sorprendió gratamente con un ejercicio escénico fruto seguramente de mucho ensayo y exigente dirección. 

La comediante, actriz y titiritera Andrea Herrera también hizo lo propio en otro momento de este relato. Ella exhibió cómo el trabajo de concentración y la apropiación del personaje, logra que el actor suelte lágrimas, una situación difícil de  generar en la escena.

Conchi León construyó a su vez otro cuadro de actuación individual que requiere mucho esfuerzo escénico para hacer palpitar al espectador.

En esta representación hubo dos participantes más. Al parecer, son la madre y una sobrina de Conchi León. No escuchamos bien sus nombres cuando estos fueron mencionados. Hubo también un bebé real usado en el ritual del Hetzmek.

Debido al formato teatral utilizado, las actrices no abandonan el escenario al terminar la obra, lo cual da oportunidad al público de acercarse a ellas para felicitarlas, hacerles comentarios y saludarlas.

“Del manantial del corazón” es una obra rica en todos sus elementos, desde el tema que aborda hasta la actuación, pasando por la forma en que es presentada, el ingenio para usar los elementos del buen teatro y la cantidad de mensajes enviados al público así como la forma en que son transmitidos estos. 

Lo anterior hace que cada asistente a ella salga de ahí con una vivencia personal, con una interpretación particular de lo que vio y escuchó. Por tanto, cada quien habla de este trabajo escénico desde distintas perspectivas, pero coincidiendo siempre en que Conchi León se apuntó otro éxito en su carrera escénica. (Mérida Cultura)

jueves, 6 de agosto de 2015

Chispeante y ágil


Alicia García y Octavio Ayil

 

 

La comedia creada por Octavio Ayil rebosa en elementos del teatro regional yucateco.


Un matrimonio desdichado, el adulterio, un hombre flojo y desvergonzado y una sufrida mujer que se rebela de sus opresiones son elementos comunes de la condición humana. Son aspectos que suenan trágicos pero que el actor y director teatral Octavio Ayil transformó para ofrecer sabroso platillo de comicidad en la obra “Despeñadero. Veredicto final”, la cual se presentó ayer jueves por la noche en el teatro “José Peón Contreras”.
 
Actor, guionista y director.
Es la segunda vez en un semana que ese artista de 62 años de edad y 41 de trayectoria pisa el máximo recinto escénico yucateco, lo cual es uno elementos que hablan de la calidad de su trabajo. Otra obra suya –“Recordar es volver a reír” abrió ahí el sábado pasado el Festival de Teatro “Wilberto Cantón.

En el proyecto que él presentó anoche, acompañado de otros cuatro comediantes, tiene un libreto chispeante, la historia es ocurrente. Los personajes son sencillos pero bien construidos, estuvo bien dibujada la personalidad de cada uno de ellos. Unos actores lograron más que otros asumir esas personalidades. 

Octavio Ayil recurrió en sus textos al doble sentido, al albur, a las frases pícaras y la expresión inesperada. Usó verbos del habla yucateco que el idioma español no logra sustituir con ningún sinónimo. La fanfarronería y la charlatanería varonil también están cómicamente presentes. 
Juan Carlos Argáez con Alicia García

La obra es ágil, tiene ritmo. La estructura es clara, y hace reír desde que se plantea el conflicto hasta que llega el desenlace, el cual es inesperado para una comedia de teatro regional yucateco.

Los personajes principales están a cargo del propio Ayil y de la actriz y comediante Alicia García “Xpet”, la cual es otra artista que ya conoce ampliamente el escenario. Ambos generaron la corriente principal de hilaridad. 

Hay un tercer actor, Juan Carlos Argáez, cuyo trabajo equivalió a todo el decorado que lleva un pastel de bodas, fue la salsa que da sabor a los tacos. El público disfrutó su actuación.  

En los papeles secundarios estuvieron Geysi Canul y Miguel Flota. La primera es conocida por el público, el cual aplaudió su aparición en escena. El segundo es un actor que ha mostrado su calidad en las tablas de la comedia y el drama. El buen trabajo es su distintivo, pero fu fugaz aparición impidió disfrutar esta vez de su actuación. 
Juan Carlos, Miguel Flota y Alicia García

Esta obra, que forma parte del festival anual de teatro, fue presentado en formato de teatro de revista. Participaron la cantante Vicky Villa, acompañada de dos músicos, y el  Ballet Raíces, dirigido por Sergio Santoy. 

La razón del nombre de esa representación escénica es que incluye una parodia del programa televisivo Veredicto Final. Consideramos que el veredicto del público, por las risas y aplausos, fue una decisión ampliamente favorable para Octavio Ayil (Mérida Cultura)

domingo, 19 de julio de 2015

Un gobernante soñador y una historia mal contada




 

El dramaturgo José Ramón Enríquez trae una reflexión sobre el poder y la intolerancia.


Si el rey español Enrique IV, soberano de Castilla, volviera a nacer y contemplara a esta sociedad que él imaginó hace 500 años, seguramente se decepcionaría. No vería a una humanidad libre de guerras, discriminación y odio ni enfrentamientos por causas religiosas, ideológicas o de raza.

Encontraría que en cinco siglos hubo un gran desarrollo tecnológico pero no un crecimiento humano. Este no es un mundo donde la población es como ese bosque de aves de distintos cantos pero que juntas ofrecen una sinfonía de paz, hermandad, armonía y justicia.

Esta es uno de los planteamientos que el apreciado actor, dramaturgo y director teatral José Ramón Enríquez expone en su obra “Las visiones del rey Enrique I”, que desde hace varias semanas vienen presentando Teatro Casa Tanicho y el Grupo Arpa.

El autor eligió los últimos días de vida de ese monarca, amenazados por la intriga de la corte ante la próxima sucesión real, para plantear las ideas políticas y sociales que proponía el gobernante castellano y que en ese entonces -y también ahora- eran consideradas escandalosas, desligadas del sentido de gobierno, ajenas al ejercicio del poder.
 
El dramaturgo insistió también en una advertencia que ya han expuesto historiadores: el pasado no es siempre es como nos lo han contado, con frecuencia está modificado o amputado. La historia es maestra de vida pero sólo cuando esta no viene incompleta.

Esos son, a nuestro parecer, los mensajes que el maestro Enriquez nos trae en esta obra con deliciosas frases poéticas. Nos plantea los deseos de un gobernante de hacer las cosas en forma diferente, buscando la armonía entre los distintos, y nos recuerda que no conviene quedarnos con la versión oficial de hechos históricos sino abundar en estos para conocer todos sus ángulos.

Para ello recurrió a textos e investigaciones de varios autores sobre aquellos acontecimientos en España.


En rey español Enrique IV (no confundirlo con otros soberanos, uno inglés y otro francés, con el mismo nombre) era lo que hoy se conoce como pacifista y ambientalista, lo calificaban de degenerado por su homosexualidad y de traidor a la religión católica y la corona por su interés de acercamiento y comprensión hacia los musulmanes, grandes enemigos de esa península a la que enriquecieron con su cultura. Uno de los criados y amantes del monarca era un joven moro. 

Enrique IV fue presuntamente envenenado por seguidores de su hermanastra Isabel y su cuñado Fernando, llamados posteriormente Reyes Católicos. Ambos diferían diametralmente de las ideas políticas de aquel. Isabel logra que la hija de Enrique, Juana “La Beltraneja”, no llegue al trono. Se aprovecha de los rumores en el sentido de que aquella no era hija del soberano, apodado El Impotente, sino fruto de una relación adúltera de la reina.

En esta obra cuyas primeras presentaciones se realizaron en el Centro Cultural Olimpo y ahora se efectúan en el Teatro Casa Tanicho, participan Francisco Sobero “Tanicho” (el rey Enrique IV), Marcos Gan (sirviente moro), Pablo Herrero (Beltrán de la Cueva y supuesto padre de Juana), Alejandra Argoytia (doña Isabel) y el propio dramaturgo José Ramón Enríquez, quien interviene como lector de textos relacionados con esos acontecimientos y las conquistas militares españolas así como ideas políticas planteadas por Maquiavelo en su obra El Príncipe.

Un segmento de la obra, de gran fuerza teatral y que describe el conflicto monárquico en Castilla, lo protagonizan “Tanicho” y Alejandra Argoytia. 


La dirección es de Miguel Angel Canto, la realización y vestuario correspondió a Socorro Loeza, y el diseño e imagen a Roque Ayora y el Grupo Arpa. 

Este domingo 19 y el 26, son las últimas funciones de este espectáculo, el cual no habíamos tenido oportunidad de apreciar. Las funciones son a las 7 de la noche. Los boletos tienen precio simbólico: $50 y $25. (Mérida Cultura).   

martes, 26 de mayo de 2015

El provocativo cuplé



 

 

Canto, teatro y baile en un atractivo montaje sobre ese género musical.


Un espectáculo fino, bien elaborado, divertido y pícaro es el que se vienen presentando en Le Cirqué Galería dos actrices y cantantes que revivieron el cuplé en el espectáculo denominado “Heredando a la diva”.
 
Milethza Garza

Con un programa de 14 canciones populares de ese género del siglo XIX y una narración teatral con un final inesperado, las dos actrices traen a esta época ese teatro de variedades donde los cuplés eran preferidos en el gusto popular por su estilo ligero, ingenioso y picante. 


En ese tiempo hubo quienes consideraron groseras e incluso escandalosas parte de esas presentaciones que hoy resultan ingenuas ante una modernidad donde el pudor es más extraño que toparse con un extraterrestre en una plaza comercial.


Abril Góngora
En un tiempo los cuplés fueron catalogados dentro de los “géneros ínfimos” de las artes escénicas, dirigidos sólo a público varonil. Pero después ascendieron a otro rango, su atractivo se extendió e incluso surgieron piezas políticas para señalar a esos deplorables gobernantes que, como la mala hierba, son abundantes e inacabables.


Con ascendencia francesa el cuplé se desarrolló en España y de ahí llegó a México. En Mérida nuestros bisabuelos disfrutaron ese género en el Circo Teatro Yucateco ubicado en el barrio de Santiago, lugar donde precisamente está la galería de arte donde ahora se presenta este espectáculo a cargo de las cupletistas Milethza Garza y Abril Góngora.


Las dos artistas, egresadas de la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY), vienen desde hace tres años reviviendo esa categoría musical para que las generaciones actuales se acerquen a ella y la gente mayor recuerde esas canciones amorosas unas veces y cargadas de humor y doble sentido en otras. 


Hoy día en la península ibérica el nombre de cuplé lo utilizan casas de moda y revistas femeninas modernas, ya no es sinónimo de esas letras ingeniosas o de buena manufactura literaria acompañadas de ritmos ligeros para ser cantadas por provocativas bocas femeninas.


Esas vedettes de vaporosos atuendos que generaban pasiones y encendían a los hombres son bien representadas por Milethza y Abril en parte de su espectáculo, basado en una idea del actor y director teatral Juan Ramón Góngora, un amante del teatro musical, y bajo la dirección lírica de Lázaro González.


“Heredando a la diva” no es sólo un desfile de canciones, es además una representación teatral con muchos cambios de vestuario y elementos para involucrar al público y divertirlo a pesar de las limitaciones que impone improvisar un escenario en una galería destinada a exhibir pinturas y esculturas. La narración transcurre manteniendo el interés hasta llegar a un desenlace sorpresivo.


Los adultos mayores que acuden a esa presentación cantan parte del repertorio ofrecido porque fue muy conocido: “La violetera”, “Es mi hombre”, “La chica del 17”, “Mi querido capitán”… Y los jóvenes son divertidamente sorprendidos por la picardía de “Morrongo”, “La pulga sabia” y otros cuplés enfocados a esa línea.


El próximo sábado 30 de mayo será la última función de esta temporada, a las 9 de la noche. Los boletos son a $120. Se puede pedir bebidas mientras se espera el comienzo del espectáculo. 


Le Cirqué Galería está a esquina y media del parque de Santiago, donde se cruzan la calle 70 (espaldas de la iglesia) y la 55-A. Si deseas más información puedes llamar al teléfono 924-12-68 o al celular  9991-58-50-89. (Mérida Cultura).