Entretenida,
así resultó la presentación de “Diego, El Mulato”, una dramaturgia del escritor
yucateco José Antonio Cisneros, estrenada en 1846 y que desde entonces no había
sido puesta de nuevo en escena.
El montaje
actual estuvo a cargo de la Escuela Superior de Artes de Yucatán. Fue presentado este sábado 28 en el Teatro del IMSS para clausurar el
Coloquio Nacional Pensar la Escena 2018, organizado por esa casa de estudios.
En su
tiempo, esta obra escrita en verso seguramente habrá causado gran impacto entre
los espectadores. Es una tragedia amorosa sobre un tema recurrente en la
literatura: la unión imposible de dos jóvenes que se atraen apasionadamente
y que termina con la muerte de uno de
ellos.
Esta
escenificación se disfruta por el poderoso dominio del idioma y creatividad
literaria del autor. La obra invita a leer el texto para saborearlo más.
La forma en
que aquella fue presentada ahora pudo ser más rica e interesante, sobre todo al
considerar la circunstancia de que transcurrieron 171 años antes de que se hiciera un nuevo montaje.
Además, la producción estuvo a cargo de la ESAY, no de
una de tantas compañías independientes regionales
que, por falta de apoyo oficial, luchan con sus propios, magros, recursos
económicos para ofrecer su trabajo.
A ello se
agrega que la pieza fue preparada para clausurar un evento nacional. No fue
proyectada para una temporada común. Además, se presentaría ante un público
especial y conocedor, parte de este
provino del interior del país, arribó para participar en el coloquio.
Un sector de los asistentes a esa función son estudiantes de teatro así como actores y directores de escena locales.
¿Cuántos de ellos
se habrá preguntado si esa escenificación cumplió o no los cánones discutidos
durante el coloquio nacional ya citado?
En esta
nueva versión de “Diego, El Mulato” No se invirtió en escenografía, se recurrió
a proyecciones para ambientar las escenas.
Y el
vestuario fue mínimo, exiguo, casi improvisado. Esto impidió remarcar la
personalidad de uno de los personajes centrales: el brutal y temido filibustero
El Mulato, quien, en el relato, hace otro desembarco de ataque en la entonces
villa de Campeche, y saquea y mata en medio de disparos, espadas, sangre y fuego. En el público hubo quien no recoció inmediatamente al personaje
cuando subió a escena.
En otros momentos de la obra escuchamos reír a espectadores ante pasajes que no son cómicos sino dramáticos o de profunda emotividad.
Otro
elemento que distrajo fueron los tiempos para cambios de escena, muy
prolongados, rompieron el ritmo. Dejaron que
el público se distrajera, se perdió el interés.
Ante la escasez de recursos para realizar la producción, imaginamos a la directora del montaje, Xhail Espadas, recurrir a mucha habilidad e imaginación para contrarrestar las carencias y ofrecer el mejor trabajo posible.
Esta dramaturgia es importante por varias razones: fue escrita por autor yucateco, es considerada histórica porque es la primera de esta parte del país que abordó un tema regional y, además, en ese tiempo fue puesta en escena profesionalmente.
Esta dramaturgia es importante por varias razones: fue escrita por autor yucateco, es considerada histórica porque es la primera de esta parte del país que abordó un tema regional y, además, en ese tiempo fue puesta en escena profesionalmente.
La buena
interpretación de varios integrantes del elenco recompensó esas limitaciones.
Entre los nueve actores participantes los hay con carrera y trayectoria
reconocida, capaces de remontar mares más agitados que los que azotan el casco de embarcaciones piratas.
De ellos
deben aprender otros integrantes del reparto, a los que faltó voz y
presencia.
Los
personajes principales -el marino y su
amante- quedaron en manos de una pareja que ya había actuado juntos y en papeles
de pareja enamorada: Glendy Cuevas y Jair Zapata, ambos profesionales de las
tablas.
Otro
participante es Teo Fores, director de la compañía Títere Planet, quien mostró
tener dominio en el drama y no sólo en el teatro infantil.
Juan Ramón
Góngora es otro artista participante, no necesita mucho tiempo en la escena
para recoger aplausos con su trabajo y
voz.
También
participaron Guadalupe Quintal, Joaquín de la Rosa, José Luis Kumí, Francisco
Kantún, Waldo Vega y Miriam Chí.
En atinada
decisión, el montaje fue ambientado con música en el foro a cargo de tres ejecutantes: Miguel Solís
(guitarra), Sian Ka’án Flores (percusiones) y Juan Carlos Cortés (trompeta).
Ignoramos si
se repetirá esta presentación. Desearíamos que, si esto ocurre, las autoridades
asignen mayor presupuesto a la ESAY para este montaje y otros trabajos más de
ese tipo que se elaboren más adelante. Cada mes, los contribuyentes aportamos unos $3,000 millones de
impuestos al erario estatal. Que algo de esto se destine al arte y la cultura.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario